OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
C) Las alabanzas continuas
Discíp - Lo deseo tan de veras, Señor, que no quiero
vivir un solo momento sin alabaros. Ya sabéis cuántas
veces me quejo de la brevedad de las noches, y digo al
cielo: ¿Por qué aceleras tu curso?: detente un poco y prolonga
la obscuridad de la noche para que pueda satisfacerme y alabar
todavía más a mi dulcísimo Salvador. Y cuando me distraigo
de vuestras alabanzas y luego vuelvo en mí, me parece que
hace siglos que no he bendecido a mi Jesús. ¡Bendícele sin
cesar, pobre corazón mío! Y, Vos, Sabiduría Eterna, enseñadle a
que así lo haga, siempre, siempre, sin interrupción.
Sabid.- El que evita el pecado y practica la virtud, ese
es el que incesantemente me alaba. Pero ya que tú quieres
practicar una alabanza aún más perfecta, has de saber
que toda alma pura y absorta en el pensamiento de las cosas
del cielo, limpia de toda mancha, libre de todo deseo,
elevada sobre las cosas terrenales, y que encuentra en mi
divinidad una paz tan grande que no piensa sino en permanecer
unida a mí, esta alma me alaba siempre, porque
sus sentidos están como deslumbrados por la luz que la
envuelve, y su forma terrena está revestida de la naturaleza
espiritual de los ángeles. Cualquier obra que haga interior o
exterior, ya sea que medite, que ore, que trabaje, que coma,
que duerma, que vele, la menor de sus acciones es una alabanza
pura y agradable a Dios.
Discíp- ¡Con qué sencillez me enseñáis, Señor, a alabaros
de una manera perfecta! Decidme cuál ha de ser la
ocasión, la materia de mis bendiciones y alabanzas.
Sabid- ¿Por ventura no soy yo la fuente de todo bien,
y no pende de mí la felicidad de toda criatura?
Discíp - Pero mi inteligencia, Señor, no llega a vuestra
bondad. Celébranla los cedros del Líbano, los espíritus
angélicos; pero yo, que comparado con ellos no soy sino
un ser vil y miserable, yo no puedo alabar a la fuente de
todo bien, y adorar vuestra esencia infinita como debe ser
adorada.
Para satisfacer el deseo que tengo de hacerlo, me contentaré
con recordar a los ángeles su dignidad y las excelencias de su
naturaleza, porque cuanto más ensalzados se vean en la gloria,
tanto más obligados se verán a celebrar a vuestra soberana
Majestad con magníficas alabanzas. Para ellos yo seré algo así
como el pájaro chillón que provoca al ruiseñor a prorrumpir en
sus gorjeos sublimes.
Me recogeré en mi mismo, meditaré los beneficios que habéis concedido a mi alma, y os bendeciré y os daré gracias fervorosas. Cuando pienso bien los muchos males y peligros de que nos habéis librado, me quedo admirado, y no sé por qué no me deshago en muestras de gratitud. ¡Oh Señor, con cuánta paciencia me habéis esperado, y qué bueno habéis sido al recibirme, y qué amoroso os habéis mostrado en vuestros llamamientos interiores, y qué tierno en atraerme y unirme a Vos, a pesar de mi resistencia y de mis ingratitudes! ¿Cómo no bendeciros con toda mi
alma, pues tantos son los beneficios que de Vos tengo recibidos?
Sí, Señor: deseo alabaros como los ángeles, cuando después de la caída de los rebeldes se vieron confirmados en gracia como las almas del Purgatorio en el momento de su libertad, cuando entran en el cielo y empiezan a gozar de vuestra presencia. Para bendeciros quisiera disponer de todos los cánticos que los elegidos de la celestial Jerusalén os cantarán hasta el día del juicio, en que se les separará de los reprobos, y se sentirán definitivamente seguros en su eternidad bienaventurada.
Pero deseo que me digáis, Señor, cómo he de ordenar a vuestra gloria los actos de la naturaleza buenos o indiferentes.
***
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
D) La santificación de todos los actos
Sabid- En esta vida mortal, el hombre no puede distinguir
entre la naturaleza y la gracia, y por esto lo que
debe hacer en el momento en que se siente en su cuerpo o
en su alma algún deseo, algún placer, alguna satisfacción,
es recogerse dentro de sí mismo y encaminarlos a Dios
para que él los purifique y los ordene a su gloria. El los
transformará, pues es el Señor de la naturaleza y de la
gracia: y de este modo las obras de la naturaleza se elevan
sobre sí mismas y se convierten en obras de gracias.
Discíp- Lo que a mí me aflige y me distrae de vuestras alabanzas son las sugestiones del diablo, las tentaciones de impiedad, de blasfemia, de infidelidad, los malos pensamientos que él trae a mi alma. Enseñadme cómo he de valerme de todo esto para alabaros.
Sabid- Volviéndote a Dios en todas las tentaciones del enemigo, y diciéndole: Señor, siempre que me tienten los espíritus malos, quiero alabaros como ellos os hubieran alabado si hubieran perseverado en el bien, y recompensaros de este modo de los honores de que os privó su caída.
Discíp.- Verdaderamente, Señor, que todo aprovecha
para los que os aman, pues hasta las tentaciones del demonio
les sirven para ayudarles a bendeciros y alabaros.
¿Qué alabanzas, pues, os daremos por toda la hermosura
y magnificencia de que el mundo está lleno?
Sabid- Cuando observes la vida de aquí abajo, la actividad de las grandes ciudades, la fortaleza y hermosura del hombre, la belleza y encantos de la mujer, levanta a Dios tus pensamientos, y dile con todo tu corazón: ¡Oh, Jesús mío!: salúdeos y bendígaos por mí la multitud incalculable de hermosísimos ángeles que os rodean y os sirven; glorifiquen a vuestra Majestad por mí los deseos y
afectos amorosos de los santos, y la armonía sublime de las criaturas que llenan el universo.
Discíp - ¡Oh, infinita Sabiduría!: me llenáis de gozo,
me estáis dilatando el corazón, enseñándome de este
modo a alabaros. ¿Cuándo se terminará este destierro?;
¿Cuándo os cantaré, en compañía de los santos, aquellos
cánticos de perfección cuyo embeleso y cuya continuación
nadie puede estorbar?
Es un ansia devoradora, Jesús mío: porque, ¿cómo he
de aspirar a Vos, que sois la única alegría de mi corazón?
¿Hay algún hombre amante en el mundo que no haga todos
los esfuerzos posibles por llegar a poseer el objeto de
su amor?
Ya sabéis, Jesús mío, que en vuestras manos me he
abandonado. Mi alma no ama sino a Vos, ni busca, ni
quiere sino a Vos: y cuando no os encuentra tiene por
necesidad que llorar y que padecer.
Sabid- Entra, pues, en el jardín de mis alabanzas,
para que en él te consueles. El alabarme siempre con
alegría y paz en el corazón es el preludio, un adelanto de la
eterna ventura.
Nada como mis alabanzas para iluminar las inteligencias,
suavizar las cruces, vencer a los espíritus malos,
ahuyentar la tristeza y el hastío, tranquilizar y hermosear
a las almas.
Si tú me alabas con tus palabras, tus cánticos, tus inspiraciones,
tus meditaciones y tus obras, conseguirás el perdón de tus pecados,
te enriquecerás con mis gracias, edificarás a tus prójimos, consolarás
a las almas del Purgatorio, gozarás de la compañía de los ángeles,
me serás a mí muy querido, y luego tendrás una muerte tan santa y
tan dichosa como lo haya sido tu vida.
Discíp- ¡Sea mi corazón una llama ardorosa que se
consuma en vuestras alabanzas, que se una al amor de
todos los santos, de todos los serafines del cielo y a la
caridad infinita que el Padre siente por Vos, su Hijo único y
amadísimo...!
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO XXIX - Dios es una esencia simplicísima
Discípulo - Ahora, Sabiduría eterna, tenéis que enseñar a vuestro discípulo cómo debe resignarse en manos
de Dios y descansar en El. Os suplico me digáis cómo podré conseguir esto.
Sabiduría - Cualquier alma puede volver a su origen que es Dios, si comprende la unidad del mismo; es decir,
que Dios es el primer principio de todo lo que es, y que es una esencia incomprensible, y sin nombre, toda vez
que lo que no puede comprenderse no puede nombrarse adecuadamente. Y así todo lo que la inteligencia humana
atribuye a Dios y afirma de El, es nada. Solamente la negación puede definirle, porque Dios no es ninguna de sus
criaturas, sino una esencia infinita, impenetrable, superior a todo lo creado; un espíritu que posee la plenitud
del ser, que es en sí y por sí el principio y fin de todas las cosas.
Aquí en este océano es donde empiezan y donde acaban los hombres justos y resignados en Dios. Olvídanse de sí mismos, y se pierden en Dios por medio de un abandono sobrenatural y perfecto.
Discip- Siendo Dios una esencia simple, ¿cómo es
que le damos los nombres de Sabiduría, Justicia,
Misericordia...? ¿Cómo se compagina esta multiplicidad
de nombres con la absoluta unidad de su esencia?
Sabid- Esta multitud de atributos o nombres aplicados al ser divino son una unidad perfecta.
Discip- ¿Qué es el ser divino?
Sabid- Es la fuente de donde salen todas las emanaciones divinas y todas las comunicaciones de lo alto.
Discip-¿Cuál es esta fuente, Señor?
Sabid- La facultad y poder omnipotente.
Discip-¿Y qué es esta facultad o poder?
Sabid- La misma naturaleza divina, en la cual el Padre es el principio del ser, de la generación y de la operación.
Discip - ¿No son una misma cosa Dios y la Divinidad?
Sabid- Sí, la misma; pero la Divinidad no engendra
ni obra, sino que quien engendra y obra es Dios y de aquí
proviene la diversidad de personas que la inteligencia humana
distingue de la esencia divina, si bien en sí son una
misma cosa, puesto caso que en la naturaleza divina no
hay más que una esencia. Las relaciones de las personas,
por otra parte, nada añaden a esta esencia, si bien es cierto
que se distinguen entre sí.
La naturaleza divina no es más simple en sí misma
que en el Padre o en el Hijo o en el Espíritu Santo.
La imaginación engendra en la contemplación de este
misterio, porque hay que conocerlo a la manera de las
cosas creadas.
Discíp- ¡Oh, qué simplicidad más incomprensible!
Decidme, eterna Sabiduría ¿qué eran en Dios las cosas
antes de que fueran creadas?
Sabid.- Estaban en Dios como en un ejemplar o modelo eterno.
Discíp- ¿Y qué es este ejemplar eterno?
Sabid- Es la misma esencia de Dios en cuanto se
comunica y se da a conocer a las criaturas.
En la idea eterna, las cosas creadas no son distintas de
Dios, sino que participan de su esencia, su vida, su poder;
son Dios en Dios, se confunden con Dios, y no son inferiores
a El. Pero desde que salen de Dios por la creación, tienen
ya una forma, una substancia, una esencia particular y
distinta de Dios: y de este modo, en su origen de Dios son
Dios por parte del principio de donde proceden, y en
cuanto criaturas tienen a Dios por Creador.
Discíp - ¿Es más noble y más elevada la esencia de la
criatura en Dios que en sí misma?
Sabid- La esencia de la criatura en Dios, no es criatura.
La creación para las cosas es más útil que la esencia
que tenían en Dios, porque la criatura no se confunde
eternamente con Dios, sino que por medio de la creación
Dios ordena divinamente todas las cosas creadas; ellas
penden naturalmente de su principio, y como proceden
de Dios, a Dios vuelven.
Discíp- Pues entonces, ¿de dónde proviene el pecado,
la maldad, el infierno, el Purgatorio, los demonios, si es
cierto que toda criatura de Dios procede y a Dios vuelve?
Sabid- Las criaturas inteligentes y libres también deben
volver a su principio, que es Dios; pero muchas no lo hacen,
sino que se paran en sí mismas por un acto voluntario de orgullo
y de locura. De aquí los demonios, el infierno y toda maldad.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO XXX - El hombre debe volver a Dios
Discípulo - ¿Qué ha de hacer el hombre para volver a
Dios y recobrar la felicidad perdida?
Sabiduría - Pues ir por Jesucristo, que es verdadero
Dios y verdadero hombre, el cual, por su incomprensible
dignidad y por los méritos de su Pasión y de su muerte, es
el apoyo principal y único de los méritos de los santos, y
se ha constituido Cabeza de la Iglesia.
Todos los que quieran volver a Dios y hacerse hijos
del Eterno Padre, han de abandonarse a sí mismos
y convertirse a Jesucristo de corazón, para así
conseguir la unión beatífica de la gloria.
Discíp - Y ¿en qué consiste esta conversión perfecta a
Dios por medio de Jesucristo?
Sabid- Atiende cuidadosamente a lo que te diré. El
hombre debía vivir en su centro, que es Dios. De este
centro salió por excesivo amor que se tuvo a sí mismo
y a las criaturas, y de este modo usurpó un derecho del
Creador. Luego se apartó de Dios sin saber lo que se hacía,
y se dio criminalmente a las criaturas.
Según esto, para volver a Dios lo que debe hacer es:
1.° Convencerse de la bajeza de su ser, el cual, separado de la omnipotencia de Dios es verdaderamente nada.
2.° Pensar que Dios fue el que creó y conserva su naturaleza, y que él no ha hecho sino mancharla de pecados; y que antes de volverla a Dios tiene que limpiarla de nuevo y purificarla.
3.° Rehacerse por un odio generoso a sí mismo, desprenderse de la multitud de amores terrenos que ocupan
su corazón, renunciarse por completo a sí mismo y abandonarse a la voluntad de Dios en todo, lo mismo en las
alegrías que en los sufrimientos, lo mismo e el trabajo que en el descanso.
Y mira que esta renuncia debe ser perpetua, para no apartarse más de Dios, y para estar siempre con el espíritu unido a Jesús, de tal modo que por El y según El juzgue y haga todas las cosas, y pueda exclamar con San Pablo: Vivo, pero no soy yo quien vive, sino que es Cristo el que vive en mí.
Esto es lo que significa el abandonarse en Dios. Déjate pues, a ti mismo, no para destruir o aniquilar la naturaleza, sino para desapropiarte de ella y despreciarte por amor de Dios. Así es como podrás ser feliz.
Discíp-¿Por qué seré feliz Señor, haciendo esto?
Sabid- Porque disfrutarás de las delicias del Paraíso,
y a la vez gozarás, no en la realidad pero sí por una semejanza,
la felicidad suprema de los santos que de tal modo
están absortos en Dios que no piensan ni se acuerdan
nunca de sí mismos.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Discíp - Y ¿cómo están los santos en el cielo?
Sabid- Viven en un arrobamiento divino e inefable.
Así como uno que está embriagado no es dueño de sí mismo,
los bienaventurados se entregan a Dios tan en absoluto, que
tampoco son dueños de sí mismos, ni pueden
recobrarse. Viven siempre con Dios transformados en él
para siempre, lo mismo que se transforma y pierde su sabor
y su color una gota de vino arrojada a la inmensidad
del océano.
Discíp- ¿Los santos, según eso, pierden su propia naturaleza y su esencia?
Sabid- No es eso; sino que no sienten deseo alguno
humano, pierden por completo el uso de su voluntad
abismándose en la voluntad divina, y no pueden querer
más que lo que Dios quiere.
Su naturaleza y su esencia permanecen las mismas,
pero adquieren otra forma, otra gloria, otro poder, por
estar unidos con la esencia divina y hechos una cosa con
ella, no por naturaleza sino por gracia. Una luz inefable y
una fuerza irresistible les hace querer siempre lo que Dios
quiere.
Estos dones del cielo se conceden a todos los bienaventurados
en premio de la renuncia absoluta que de sí
mismo hicieron, y de su total abandono en Dios.
Discíp - ¡Ay, Jesús mío!: este abandono es más para
admirarse que para ser imitado. ¿Quién hay que en esta
vida se olvide de sí, y esté del todo indiferente a la prosperidad
o a la desgracia?
En esta vida mortal es difícilísimo el amar a Dios con
toda pureza sin sentir las propias inclinaciones y prescindiendo
siempre de la propia voluntad.
Sabid- Yo no te llamo al abandono de los santos,
puesto que tú ni entenderlo puedes, porque te lo impiden
las necesidades e imperfecciones de la naturaleza. Pero al
menos, aprende el abandono de mis fíeles servidores, que
es una semejanza e imitación del de los santos del paraíso.
Entre mis escogidos hay almas piadosas que viven
completamente olvidadas del mundo y de sí mismas, y
que tienen una virtud estable, inmutable, y como si dijéramos,
eterna como Dios. Estas almas, por medio de la
gracia, se han transformado en la imagen y en la unidad
de su principio, y así como Dios no puede hacer nada que
no sea para su propia gloria, así ellas no piensan más que
en Dios, ni aman, ni quieren más que a Dios y su santa
voluntad.
Este estado de propia anegación y de unión con Dios
se perfecciona en el cielo mas aquí en la tierra se encuentra
solamente entre algunos de mis más fervorosos siervos, y
esto en grados diferentes según que se les comuniquen más
o menos los tesoros de mi gracia.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO XXXI - La verdadera renuncia de sí mismo
Discípulo - Mostradme, Sabiduría Eterna, cómo padecen y cómo mueren esos vuestros siervos que ya en la tierra se abandonan perfectamente en Vos. Yo me pienso que llevan una vida muy pura, que guardan los consejos evangélicos, y que aspiran siempre a lo más perfecto.
Sabiduría - Es de todo punto imposible abandonarse
en Dios sin observar perfectamente la ley y sin una grandísima
pureza de corazón. Porque el alma que se ama a sí
misma y que ama a las criaturas, ni tiene la pureza de mi
amor ni podrá nunca renunciar a su voluntad propia.
Mis siervos viven siempre con gran perfección sin
apego a sí propios, ni en las cosas exteriores ni en
las interiores, libres en su cuerpo y en su espíritu
de toda propiedad. En las tentaciones son tan valientes y decididos
que desprecian los sufrimientos y los reputan por nada.
Están siempre dispuestos a la muerte, y no sólo la reciben
resignados cuando Dios se la envía, sino que la quieren,
la desean más que todos los tesoros de la tierra, y no
quisieran por nada de este mundo salirse por un solo
instante de lo que les diga mi voluntad.
Discíp- Y para esta vida de perfecta abnegación, ¿qué
es preferible, la contemplación o la acción?
Sabid- Las dos cosas deben ir juntas... ¿De qué serviría
el investigar qué es la virtud, qué es la unión, la renuncia de
sí mismo, si por otra parte no se combate a la
naturaleza ni se la libra del pecado domando sus pasiones
si no se pone en práctica la virtud misma? En ese caso,
quien más estudia es quien más pierde, porque el hombre
se paga de su ciencia, no vela sobre sí, y llega a usar de
una libertad que es muy encantadora pero también muy
engañosa.
Discíp - Eso es un abuso de la ciencia, y no hay por
qué extrañarse si muchos sabios se pierden. De lo que no
se puede abusar es de la vida austera y de los rigores de la
santa penitencia.
Sabid- Es verdad; pero con tal que lo exterior corresponda
a lo interior, pues ya sabes que personas exteriormente muy
mortificadas, no llegan a abandonarse en manos de Dios.
Discíp - ¿No es ya el sufrimiento una imitación de
Jesucristo y de su Cruz?
Sabid- Sería mejor decir, una apariencia de imitación.
Estas personas no quieren de verdad conformarse
con la vida de Jesucristo, que fue la misma dulzura y la
misma humildad, pues que ellas zahieren y juzgan al prójimo
con mucha facilidad, desprecian y aun condenan a
cuantos no viven como ellas y si quieres conocerlas de
una vez, no tienes más que herirlas en la voluntad o en su
reputación, y verás como están llenas de orgullo y viven
en una perpetua intranquilidad.
Me parece que está bien claro el que estas almas no
han llegado aún a la renuncia de sí mismas, como Cristo
la enseña, ni se han abandonado jamás de verdad en las
manos de Dios, ni han muerto a sí mismas y a sus propios
deseos. Bajo las apariencias de una vida austera conservan
vivas las pasiones, fomentan y procuran siempre
su voluntad propia.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO XXXII - La unión del alma con Dios 1
Discípulo- ¿Pues de dónde les viene a los escogidos su
renuncia exterior e interior en Dios, y el unirse a El en
una unidad perfecta?
Sabiduría - De la generación y de la filiación de Dios,
porque todos mis verdaderos siervos son hijos de Dios;
pues ya dijo San Juan: Se ha concedido el poder ser hijos
de Dios a todos los que de Dios han nacido. Además, por
la gracia participan de la naturaleza y de la acción de
Dios, pues el Padre produce hijos semejantes a sí.
El alma justa que se abandona en Dios para unirse
con El, que es eterno, triunfa del tiempo y posee una vida
bienaventurada que la transforma en Dios.
Discíp - Pero no entiendo cómo tantas criaturas, dis-
tintas todas, pueden tener en Dios una sola existencia.
Siempre media un abismo infinito entre el alma justa y
Dios, entre la criatura y el Creador.
Sabid.- Hijo mío; tú razonas según los sentidos; pero
si quieres llegar a conocer la verdad, por conocimiento
natural, nunca lograrás entender lo que me preguntas;
porque la verdad divina se conoce mejor sin estudiarla
que estudiándola.
En Dios son una misma cosa el tiempo y la eternidad;
y no hay diversidad entre el ser temporal de las cosas en
sí mismas y la esencia de Dios. Elévate sobre los sentidos,
y comprenderás todo esto.
***
El discípulo, entonces sufrió un rapto, y durante doce
semanas estuvo privado de uso de los sentidos exteriores.
No sabía si estaba en el mundo o fuera de él, porque
mientras esta visión le duró, no sentía ni entendía más
que un Dios único y simple, sin poder distinguir la multitud
y variedad de las criaturas. Cuando la visión hubo
terminado, le dijo la divina Sabiduría.
Sabid- ¿Qué te ha sucedido, amigo mío?; ¿dónde estás y
qué has visto?; ¿no te había dicho yo la verdad?
Discíp - Sí, Señor. Pero la verdad es que nunca hubiera entendido esto si no lo hubiese experimentado. Ahora
me parece que ya sé hacia dónde tiende y hasta dónde llega la vida de un alma que se ha abandonado totalmente
en vuestras manos. Los sentidos nos dan a conocer muchas cosas distintas, pero el espíritu las ve en Dios sin
ninguna diferencia.
Sabid- Es muy cierto, porque el alma puede llegar,
por medio de la total renuncia de sí misma, a perderse en
Dios, ganando mucho en este cambio de ser puede llegar
a envolverse en la divina esencia, de tal modo, que no se
distinga ya de Dios, y que lo conozca, no ya por imágenes,
luces o formas creadas, sino en sí mismo.
Tú piensas que lo entiendes cuando le llamas Espíritu
Supremo, Inteligencia purísima, Esencia, Bondad, Poder,
Amor, Felicidad....; pero con todo esto está más lejos de
comprender a Dios que lo están los cielos de la tierra.
Sucede que al llegar al centro de la Divinidad, que es la
unidad de todas las cosas, se penetra y se comprende a Dios
sin comprenderlo, porque se le comprende de una manera
incomprensible; y el alma ya no se distingue de El.
Pero tú eres aún incapaz de esta transformación tan
maravillosa por la cual el alma, en el abismo de la Divinidad,
se transforma en la unidad de Dios perdiéndose a sí
misma y confundiéndose con El, no en cuanto a la naturaleza,
sino en cuanto a la vida y a las facultades.
Para el alma que entra en la eternidad, ya no hay pasado ni futuro;
todo es presente. Para el que se transforma en
la unidad de Dios, ya no hay distinción un solo ser, una
sola felicidad. Es la gracia de una unión perfecta, inmutable,
eterna, es la herencia, la gloria de los bienaventurados.
Durante esta vida mortal, no podéis llegar a estas
fuentes de la felicidad: sólo os llegan unas partecitas de
ella, apenas algunas gotitas, como prendas de que a aquella
gloria estáis predestinados.
CONTINUARÁ...
(1) En el curso de estos dos capítulos terminales, podrán observarse frases como estas:
El alma se une a Dios, se transforma en Dios, se pierde en Dios, no se distingue de Dios, etc..
Su sentido queda perfectamente explicado por estas otras que abundan todavía más: El alma
no se confunde eternamente con Dios; participa de la naturaleza y de la acción de Dios; media un
abismo entre el alma y Dios; el alma conoce que es criatura; no pierde su esencia, ni su naturaleza,
ni sus facultades no pierde el entendimiento y la voluntad sino que las ejercita bajo el influjo y la
acción de Dios; el alma tiene la perfecta libertad de no querer más que a Dios, es decir, querer siempre
el bien y nunca el mal, etc., etc.. (Nota del traductor).
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Discíp - Decidme, ¡oh dulcísima Sabiduría! ¿cuál será
la acción del hombre relativamente a Dios ¿Llega a perder sus
potencias y sus operaciones?
Sabid- No; pero cuando el hombre se abisma por
completo en la unión con Dios y se hace una sola cosa
con El, si bien es cierto que no pierde sus potencias
puesto que no ha perdido su naturaleza, también lo es
que no obra ya como hombre, pues todo lo ve y todo
lo conoce en la unidad infinita.
Los filósofos consideran las cosas como dependientes
de su causa natural; mis fieles servidores se elevan más
que los filósofos, y las consideran como salidas de Dios,
llevan al hombre de nuevo a Dios después de su muerte,
si es que su vida se conformó con la voluntad divina y en
este cambio divino, en esta unidad soberana, se consideran
a sí mismos juntamente con las demás criaturas,
como juntas están todas en la eternidad.
Discíp- Pues entonces, ¿cómo puede el hombre creerse
criatura, si en la eternidad, en Dios, nada hay más que
Dios? La misma naturaleza sería a la vez creada e increada.
Sabid.- En esta íntima unión sabe el hombre que es
criatura, y que aún cuando no existía era semejante a su
idea en Dios, y que no era sino Dios mismo, como lo dijo
San Juan: Lo que ha sido hecho era vida en El. Yo no
digo que el hombre sea criatura en Dios porque Dios no
es más que Trinidad y Unidad; pero sí que el hombre
existe en Dios de una manera superior e inefable, se hace
una cosa con El, conservando al mismo tiempo su ser natural
y particular. Este ser no lo pierde, pero lo disfruta
divinamente toda vez que nada pierde, y en cambio
adquiere lo que no tenía, una existencia divina.
Así verás cómo el alma en Dios permanece siendo
criatura, y cómo, una vez que se pierde en este abismo de
la Divinidad, no piensa en si es o no es criatura. Ella en
Dios recibe su vida, su bien, su felicidad, todo cuanto es y
estando así fija e inmóvil en El, cállase y descansa en
aquel océano de infinita ventura, no contemplando otra
esencia que la divina.
Cuando el alma sabe ver y contemplar a Dios, entonces sale,
por decirlo así, de Dios, y se vuelve a encontrar a
sí misma en el orden natural. Este conocimiento de Dios
es el que se llama Conocimiento vespertino, porque por él
las criaturas se distinguen de Dios, mientras que en el Conocimiento
matutino el alma conoce en Dios sin imágenes, sin diversidad,
como Dios es en sí mismo.
Discíp - Dado que no hay relación alguna entre Dios
y el alma, ¿cómo puede haber unión?
Sabid- La esencia del alma se une a la esencia de
Dios, y las potencias y fuerzas del alma a la acción divina
Entonces es cuando el alma conoce que está unida con
Dios, el ser infinito que la hace feliz.
Discíp- ¿Y puede el hombre llegar a esta unión durante esta vida?
Sabid- Sí; mas no por los esfuerzos de su inteligencia,
sino por un rapto divino que saca al alma de la esfera del
tiempo.
Discíp - Y en este estado de rapto, ¿puede pecar?
Sabid- Si vuelve en sí, podrá pecar, mas no durante
la unión, según lo que dijo San Juan: Todo el que ha
nacido de Dios no peca, porque la semilla de Dios permanece
en él.
Discíp - ¿Y qué hace el alma en una unión tan elevada?
Sabid- No puede hacer más que una cosa; porque la
base de la unión es una sola, como la esencia divina.
Discíp- ¿Pierde su entendimiento y su voluntad?
Sabid- No es que los pierda; pero sólo los ejercita
bajo el influjo y la acción de Dios.
Discíp- Entonces, ¿cómo es que el alma se pierde
toda en Dios?
Sabid- Porque no entiende ni quiere más que a Dios;
y en esta unión no ve nada creado. No vuelve sobre sí
misma, ni se refleja sobre su inteligencia y su voluntad;
sino que está como envuelta por completo en el abismo
de la Divinidad y allí calla, duerme, descansa con una
inefable suavidad. En aquellos momentos es cuando de
verdad se puede decir que se pierde toda en Dios, no en
cuanto a la naturaleza, sino en cuanto a la propiedad y
uso de las potencias, pues ya no puede querer una cosa u
otra, y sólo puede desear a Dios.
Esta es la perfecta libertad, el no poder querer más
que a Dios, es decir querer siempre el bien y nunca el
mal. Por eso dijo San Agustín: Quitad los bienes particu-
lares, y fijaos solamente en el Bien en sí: es el Bien supremo
al cual nos dirigimos.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO XXXIII - La vida del que se abandona en Dios
Discípulo - Ahora os suplico, Sabiduría suprema, que
me digáis cómo vive en este mundo el alma justa que se
ha abandonado en Dios, y cómo se conduce en las circunstancias
y acontecimientos de la vida.
Sabiduría - Pues mira; está muerta a sí misma, a sus
miserias y a todas las cosas creadas; es humilde con todos,
y gustosamente se somete a sus iguales. En el abismo de
mi Divinidad entiende lo que debe hacer, recibe todas las
cosas como vienen y como Dios las quiere. Vive libremente
dentro de la ley, porque cumple siempre mi voluntad por amor
y no por temor.
Discíp- ¿Y los que por esta renuncia de sí mismos
llegan a vivir en Dios y en su santa voluntad, tienen
que hacer aún exteriormente algunas prácticas espirituales?
Sabid- Solamente algunos llegan a este estado sin
aniquilar sus fuerzas, pues el continuo esfuerzo que tienen
que hacer para abandonarse en Dios y mortificarse
en todo, agota en seguida todas las energías vitales.
Tú procura evitar este aniquilamiento; sigue los ejercicios
y prácticas espirituales ordinarias, y conténtate con
saber qué debes y qué no debes hacer.
Discíp - ¿Qué es, pues, lo que principalmente hace el
hombre que se abandona en Dios?
Sabid- Todo su abandono y toda su acción consisten
en ponerse total y absolutamente en manos de Dios. Allí
encuentran un descanso santo y perfecto, porque al abandonarse
en Dios, en El se descansa, y descansando así se
obra maravillosamente, toda vez que el abandono en
Dios es un acto de amor puro y de virtud perfecta.
Discíp- ¿Y cómo hablan y se conducen con sus prójimos?
Sabid- Viven familiarmente con todos los hombres,
pero sin grabar mucho en sí la imagen ni el recuerdo de
ellos. Los aman como si dijéramos sin apego, sin amor y
se compadecen de sus trabajos sin ansiedades, sin inquietudes.
Discíp.- Ya que viven exterior e interiormente con
tanta pureza, ¿no necesitarán confesarse?
Sabid - Sabe que es mucho más excelente la confesión
que se hace por amor de Dios, que la que se hace para
obtener el perdón de las culpas.
Discíp- ¿Cómo oran estas almas y cómo ofrecen a
Dios sus oraciones?
Sabid- Su oración es eficacísima, porque como Dios
es espíritu, la oración tiene que proceder del espíritu.
Desde luego examinan cuidadosamente si en su interior
hay algo que las separe de Dios, imaginaciones, apariencias
de apego a las personas o las cosas, algún sentimiento
que sea obstáculo para acercarse a Dios... Después de así
examinadas, se expropian, se despojan de toda imagen y
de toda afección humana, y ofrecen sus oraciones puras,
olvidándose de sí mismas, para no pensar más que en la
gloria de Dios y en la salvación de las almas.
Todas sus facultades superiores están inundadas de
una luz divina que les certifica que Dios es su vida, su
esencia y todo su bien; que Dios obra en ellas de tal
modo, que son, no ya simplemente unos instrumentos
suyos, sino también sus adoradores y sus cooperadores.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Discíp- ¿Y comen y duermen?
Sabid- Exteriormente sí, comen y duermen y satisfacen todas las necesidades de la vida ordinaria de los hombres; pero interiormente no saben si comen o si duermen, ni ponen cuidado ninguno en lo que a las necesidades de la vida se refiere. De no ser así, sucedería que gozarían con los manjares y hallarían descanso en la parte baja y animal de su ser.
Discíp- ¿Y cómo conversan con los hombres?
Sabid- Prescinden de formalidades y de usos: hablan siempre poco y con gran sencillez. Su conversación es cariñosa y todo lo dicen sin afectación, conservando la tranquilidad y la paz de sus sentidos.
Discíp- ¿Todos vuestros siervos están igualmente desprendidos de sí mismos? ¿No les sucede también a veces que se apartan de la verdad y que siguen opiniones falsas?
Sabid- En eso del desprendimiento hay sus grados, pero todos convienen en lo esencial. Las opiniones comunes las tienen cuando se descuidan y decaen; pero cuando se elevan sobre sí mismos, viven en la plenitud de la ciencia sin equivocarse nunca, porque viven en Dios, que es la Suprema Verdad. Mas entonces no se atribuyen nada a sí mismos, sino a Dios de quien todo les viene.
Discíp - ¿De qué depende el que mientras unos sufren grandes congojas y apreturas de conciencia, vivan otros con gran calma y seguridad?
Sabid- Pende todo de que ni los unos ni los otros se han desprendido completamente de sí mismos. A los unos les queda aún el apego espiritual, y sufren el tormento que da el no haber puesto ese espíritu en manos de Dios; a otros les queda el apego al cuerpo, y éstos tienen que aflojar en su vida espiritual para satisfacer las exigencias del cuerpo. Solamente el que después de abandonarse en Dios no vuelve a buscarse a sí mismo, es el que disfruta de una vida del todo tranquila e inalterable.
Y baste, querido mío, con lo que te he dicho. A estas
verdades ocultas no se llega estudiando y preguntando,
sino renunciando humildemente a sí mismo y abandonándose en Dios.
FIN
A continuación... TRATADO DE LA UNION DEL ALMA CON DIOS
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
TRATADO DE LA UNION DEL ALMA CON DIOS
Instrucciones a una alma piadosa
CAPITULO I - La vida interior
Después de haberte ejercitado en las prácticas de la
vida activa, debes aplicarte ahora a las cosas interiores
que atañen más directamente a tu salvación. Tus comienzos
estarán llenos de forma e imágenes sensibles, y serán
una trama de actos característicos por los que inician su
vida interior todos los principiantes.
Sigue mis consejos, hija mía. Pienso que tienes ya
bríos y alas más que suficientes para emprender este gran
vuelo. Abandona el nido de las cosas corporales; pon en
actividad tus potencias más elevadas, y remonta tu vuelo
hasta las grandes alturas de la contemplación, en la que
se encuentra todo el perfeccionamiento de nuestra alma.
¿No ves claramente que la vida activa no es más que
un desierto que hay que atravesar forzosamente para llegar
a poseer esta tierra prometida que mana leche y miel
en abundancia, para obtener aquella pureza, aquella paz
del corazón que es un adelanto de las dulzuras inefables
de la vida bienaventurada?
Para subir a esta región luminosa de la contemplación
deberás empezar por purificar tu entendimiento. Tienes
que encaminar todos tus pensamientos a procurar el honor
y gloria de Dios, el triunfo de la Iglesia Católica, la
paz y salvación de todos los hombres. Tienes que vivir en
la mayor humildad, en un absoluto retiro, para que nunca
puedas molestar a nadie en lo más mínimo con tus palabras
ni con tus acciones. Esta es la norma de una religiosidad bien
entendida, y de una prudencia santa en todo conforme con la
naturaleza, con la razón, con el espíritu y con el corazón.
El alma que se atiene a esta norma es merecedora de
toda alabanza y vive siempre interiormente iluminada
por los rayos ardorosos y esplendorosos de la Verdad
Divina, es un hermoso cielo adornado de hermosas y
resplandecientes estrellas.
Cuando un corazón vive esclavo de sí mismo, falta a
la sumisión que debe a su Dios. Es muy hermoso y muy
plausible el querer elevarse a la contemplación y profundizar
los grandes misterios de Dios; pero el amor propio
aviva siempre la rebeldía de nuestra naturaleza, y la hace
obedecer a sus propias pasiones. La luz que brilla fuera
de nuestra alma es una luz falsa que no ilumina el corazón
y sin embargo, los que la poseen desprecian fácilmente a los
demás: no se parecen en nada a Jesucristo, y con
todo creen que saben mucho acerca de las cosas espirituales.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Aplícate, hija mía, al estudio de la vida interior. Mira
que ésta consiste principalmente en una perfecta renuncia
de ti, y en un completo aniquilamiento del alma en Dios.
Es la unión íntima del alma con la Esencia Divina.
Este aniquilamiento puede ser de tres clases:
Consiste el uno en perder nuestra esencia y nuestra
naturaleza de tal modo que nada quede de nuestro ser,
el cual desaparece como una sombra fugitiva. El alma no
puede llegar a tal aniquilación, puesto caso que no es
como el cuerpo que se reduce a polvo, sino que está creada
a imagen de Dios y de su divina eternidad. El alma tiene
una naturaleza racional y facultades superiores que la
hacen semejante a su Creador.
El segundo aniquilamiento es una especie de arrobamiento
que tiene lugar dentro del tiempo y del espacio, y
que lo experimentan las almas cuando por una muy subida
contemplación llegan a penetrar en la esencia divina.
Tal fue la visión en que San Pablo fue arrebatado sobre sí
mismo, sobre toda imagen sensible. Pero este estado es
solamente pasajero y dura muy poco. Cuando San Pablo
volvió en sí, se encontró con que era el mismo, la misma
persona con la misma esencia.
El tercero es un aniquilamiento moral de todos nuestros
pensamientos y afectos, una especie de infinito abandono
en Dios, por el cual el alma se renuncia a sí misma
y se entrega a El de tal modo, que ya para sí no tiene
entendimiento ni voluntad, sino que siempre y en todo
obedece a la voluntad de Dios, que sin que ella lo note, la
guía y la gobierna.
Este aniquilamiento no puede ser eterno en esta vida,
como es claro; ni tampoco tan absoluto y tan perfecto
que el hombre no vuelva a las veces sobre sí, y su propia
debilidad no le haga volver a hacerse cargo de lo que antes
renunció. Es muy hermoso el acto de entregarse al Señor
con toda sinceridad y con toda verdad, con el propósito firme
de no volver el alma a preocuparse de sí, puesto que ya no se
pertenece, ya que se ha abandonado, se ha dado, se ha
aniquilado en su Dios y en su santísima voluntad. Con todo,
el alma, impelida por su propia flaqueza de cuando en cuando
vuelve a sus antiguos deseos a mandar de su voluntad,
y a desfallecer en la perseverancia de aquel acto sublime de
entrega de sí misma que hizo en manos de su Dios.
Cuando el espíritu advierte su desfallecimiento, se entristece,
llora, gime, suspira, lamenta su propia inestabilidad en el bien,
reconoce su miseria, se humilla profundamente ante Dios,
vuelve a desprenderse de sí mismo afianzándose esta vez en
sincerísimos propósitos de perseverancia, y muere a sí mismo
para transformarse en Dios, y no ofenderle jamás.
Cuantas veces cae, otras tantas se levanta arrepintiéndose
y volviendo al Señor, el cual lo recibe siempre con
misericordia, lo une a sí por el amor y lo restituye a su
primer estado y condición. De esta manera el alma se
encuentra del todo cambiada y transformada en Dios que es
para ella Omnia in ómnibus, todo en todas las cosas.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO II - Reglas de la vida interior
Para que aproveches más en la vida unitiva, quiero
darte algunas reglas espirituales que serán de mucha
utilidad para tu espíritu y para tu corazón. Con ellas te será
más fácil ir desprendiéndote de la grosería de los sentidos,
y elevarte rápidamente hacia las regiones de tu suprema
felicidad.
Por muy espiritual y muy interior que sea tu vida y tu
modo de ser, nunca lo manifiestes ni salgas fuera de ti
misma por tus conversaciones, tus actos o tu modo de
proceder. Procura estar cada día más reconcentrada en ti,
y déjate ver solamente, no cuando lo pida la vanidad,
sino cuando lo exija la verdad.
Nunca te preocupes, sucédate lo que te sucede, nunca
te preocupes demasiado de los muchos auxilios del cielo
que necesitarás para salir airosa, ni este pensamiento te
sea motivo de turbulencias exageradas de tu espíritu.
Cuando más nos apuramos nosotros por salir de los grandes
aprietos, entonces es cuando menos hace por nosotros
la Verdad y la mano de Dios.
Cuando estés con otras personas, procura borrar pronto de tu
espíritu cuanto vieres u oyeres. Recógete en seguida dentro de
ti misma, para que así perseveres siempre en la presencia de
Dios que esté siempre contigo. Esto es muy fácil para las almas
que de verdad aman a Dios. Cuida de que sea la razón, y no los
sentidos, quien dirija todas tus acciones y quien en todas ellas
salga vencedora. Cuando el espíritu está supeditado a los sentidos,
nuestro corazón es capaz de todos los males.
Evita con precaución el verte arrastrada por el placer,
y que la propia satisfacción te lleve a seguir el dictado de
los sentidos. Sólo Dios y la Verdad ha de ser el centro de
todos tus consuelos. Dios no quiere vernos privados de
toda clase de consuelos; pero sí quiere ser El, con la pureza
y ternura infinitas de sus inefables abrazos, la única fuente
de todos ellos.
Ten seguro que una sumisión sincera a la voluntad de
Dios, que nazca en ti de una profunda humildad, el
desprecio de ti misma, y el exacto conocimiento de todas tus
miserias, han de ser las alas con que te has de remontar
hasta la cumbre de la unión perfecta con el Señor.
Toda persona que quiera vivir en recogimiento, dentro de sí
misma, ha de huir de la multitud de cosas, la diversidad de
pareceres que disipan el espíritu, y ha de renunciar para
siempre a todo lo que no sea Dios, que es
nuestro bien único. Sólo una cosa es necesaria, decía
Nuestro Señor Jesucristo a María Magdalena:
Toda alma que busca descanso en los sentidos, y pretende
encontrar en ellos su propia satisfacción, no encontrará más
que fatigas, dolores, inquietudes de espíritu y tinieblas de entendimiento.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
La mayor de las felicidades consiste en estar íntimamente unido con Dios, y dejarse guiar por El en todas las
cosas.
La vida verdadera de un alma que se ha renunciado en manos de Dios consiste en morir a sí misma.
Cuando te aficionas a alguna cosa criada y la amas y
tu corazón siente interés por ella, entonces no amas lo
substancial y lo que vale, sino lo accidental y caduco;
amas una cosa falsa, no una cosa verdadera.
No conviene nunca rehuir las imágenes de cosas santas; basta esperar que ellas cesen por sí mismas; pues casi
siempre estas imaginaciones piadosas y santas brotan espontáneamente del fondo del alma, y en este caso nuestro
amor no se refiere a ellas, sino a las virtudes cristianas que ellas atesoran.
Cuando más nos abandonamos a nosotros mismos y a
todas las cosas criadas, tanto más nos unimos a Dios.
Todo el que saliere de sí mismo y de su vida interior
desordenadamente, encontrará el dolor en todas las cosas
de la vida; así en las prósperas como en las adversas.
Si quieres ser de gran utilidad para todo el mundo, aparta tu corazón de las criaturas y entrégate resueltamente a Dios.
En todas las dificultades de la vida acógete en seguida al Señor, y verás como todo se te hace fácil.
Mira siempre por ti, y teme echar en olvido tus santos
propósitos y los ejemplos de la Vida de Jesucristo.
Nuestra naturaleza es muy egoísta y mira mucho por
sí; y es preciso mortificarla y dominarla siempre por
amor de Dios.
Cuida siempre de conservar tu corazón limpio y libre
de toda imaginación, de todo pensamiento, de todo afecto
y de todo recuerdo de las cosas de esta vida; hazte cuenta
que estás sola en el mundo, y entonces podrás decir al Señor:
¡Señor mío, y Dios mío! por mucho que haga, jamás
podré llegar a ser para Vos lo que Vos sois para mí.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO III - La abnegación de la vida interior
La inmensa mayoría de los hombres tienen un natural indócil, rebelde y necesitado de frenos y castigos. Les gusta vivir siempre fuera de sí mismo, y apenas reparan en los grandes peligros de pecar a que se exponen. Y la verdad es que nada de cuanto nos rodea fortalece el espíritu en los momentos de tribulación y de prueba como el recogerse dentro de sí. Está siempre alerta porque todo desorden trae consigo otro desorden.
Nunca te dejes arrastrar por los desordenados apetitos
de la naturaleza, y haz que tu porte exterior corresponda
siempre a tu vida interior, que es la que debes fomentar
con todo empeño y perseverancia, toda vez que de ella
dimana el orden y la armonía exterior.
El que total y perfectamente se ha abandonado en
Dios, necesita tener siempre enfrenada la naturaleza para
que nunca exceda sus propios límites. Ya sé que muchas
veces te apenas porque en las vicisitudes de tu vida activa
no te encuentras con la suficiente resignación y paciencia;
pero no hay que desesperar, pues será de mayor mérito el
verte de tal manera mortificada y forzada a ejecutar lo
que no es de tu agrado.
El amor de los bienes fugitivos y caducos de este mundo
es el origen de todo vicio y de todas las cegueras que
extravían. Al revés: la muerte de los sentidos es la fuente
de la luz y de la verdad.
Cuando las potencias del alma pierden su propia actividad
y los sentidos del cuerpo llegan a estar purificados,
es cuando nuestras facultades superiores adquieren toda
su nobleza, porque vuelven a su principio que es Dios.
La esencia y todas las actividades de nuestra alma deben encaminarse a un solo objeto,
que es agradar al Señor, conformarse con la Verdad Eterna; y para esto nada tan provechoso
como abismarse en la unión con la naturaleza divina que es purísima y simplicísima.
Hay muchos que a pesar de sentir en su interior el llamamiento de la divina gracia, no obedecen a sus inspiraciones, por la sencilla razón de que su interior y su exterior no andan concordes.
El libre albedrío es el que sujeta y domina la naturaleza.
Por esto, cuanto más nos distraemos por medio de los
sentidos, mas nos alejamos de Dios. En cambio, cuanto
más nos reconcentramos en nuestro interior, más nos
acercamos a El y más le agradamos.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
El hombre a quien la gracia del Señor ilumina, gobierna siempre sus sentidos con gran cautela y prudencia, obtiene de ellos los mayores servicios y ventajas posibles en provecho de su alma.
El que mortifica la naturaleza y la tiene dominada según la Verdad, dispone de ella como le place, con suma facilidad, y la obliga a practicar con rectitud y sin desmayos las obras y ejercicios exteriores. Pero el que derrama su corazón sobre las cosas temporales, nunca llegará a hacer cosa de provecho.
Los tres elementos de perfección y riqueza de nuestra
naturaleza son la pureza, la inteligencia y la virtud.
Con frecuencia sucede que las mismas contribuyan a
que el hombre se una a Dios con más santidad y con más
amor, y esto lo hacen privándole de la felicidad y de los
consuelos humanos.
El deseo del bien es el que impele al hombre a querer
lo que está prohibido y a dejarse arrastrar de costumbres
pecaminosas y sin embargo, la verdadera felicidad se
encuentra solamente abandonándose a Dios: nunca en la
posesión de los bienes mundanos que amamos y deseamos.
No es de extrañar que a veces se apodere del alma una
tristeza exagerada, pues no cuidamos lo bastante de nuestro
corazón para que no se deje dominar de ella.
El verse llenos de oprobios es el gran triunfo de los
amigos de Dios.
Vive siempre e tu interior: y piensa que muchas cosas
que no son más que excitantes de la naturaleza,
necesidades ficticias, se presentan como verdaderas e
imprescindibles necesidades.
Es un defecto grave el empezar muchas cosas, y no
dar cabo a ninguna. Hay que perseverar siempre en la
obra empezada, con rectitud y según la voluntad divina.
Procura en todas las cosas obrar con desinterés y pureza
de intención, y para esto evita los motivos y razones
extrínsecos y engañosos.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO IV - Del alma que se abandona en Dios
El alma que verdaderamente se abandona en Dios
debe atenerse siempre a estos principios:
1.° Conducirse con gravedad, modestia y precaución,
procurando obrar con sencillez y naturalidad.
2.° Tener en calma perfecta los sentidos, evitando el
bullicio, las noticias y habladurías de los hombres;
porque una persona siempre ávida de saber y discutir cuanto
se dice y cuanto se hace, no podrá jamás verse libre de
ilusiones, de imaginaciones de cosas mundanas,
ni disfrutará de aquellos sentidos interiores que nunca
llegan a ser turbados por vanas y locas fantasías.
3.° No apasionarse por ninguna cosa de esta vida,
porque debe estar convencida de que fuera de Dios no se
encuentra más que vanidad y naderías.
4.° No murmurará ni hablará contra nadie sino que
estará siempre atenta y afectuosa para con todos,
principalmente para con aquellos de quienes el Señor
se vale para probarnos.
Sé firme, constante y siempre interior, de modo que,
al ejecutar alguna obra exterior, nunca salgas de ti misma.
Examina detenidamente tu corazón, y mira si la amistad que tienes,
aun a personas virtuosas, proviene de afectos o complacencias sensibles,
o más bien de otro principio más puro y más espiritual.
No te des demasiado a nadie, que el que se prodiga
demasiado, de ordinario no suele agradar.
Permanece en ti misma, haz siempre vida interior, si
es que no quieres extraviarte, como les sucede a muchos,
por falta de recogimiento.
¡Qué feliz es el que habla poco! Las palabras son
causa de los vaivenes, obscuridades y turbaciones
interiores. Enciérrate en ti misma y no salgas de ahí
sin verdadero motivo. Fuera no encontrarás sino disgustos
y pesares.
Hay muchos que ayudados de una gracia sensible
obran el bien en el tiempo de la prosperidad y en
el tiempo de la prueba; pero no es posible conducirse
de este modo a los que en todo se buscan a sí mismos.
Nuestros actos no son del todo perfectos si no es cuando
están basados en la sumisión, en la humildad, y en el
abandono de nosotros mismos.
Jesucristo completó la gran obra de nuestra redención
precisamente cuando, pendiente de la Cruz, se abandonó
en manos de su Padre, diciendo: Padre mío: en tus manos
encomiendo mi espíritu; y añadió después: Todo está
acabado.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
El hombre imperfecto que oye la voz de su corazón,
descubre al Señor muy lejos de sí, y al demonio muy cerca.
Renuncíate a ti mismo, entrégate totalmente a Dios, y
verás cómo cambian las cosas.
El que desea vivir una vida tranquila, lo mismo recibe
la felicidad que la desventura; y en la una y en la otra
siempre está unido a Dios.
Siempre es preferible añadir la devoción exterior
cuando se poseen ambas, el hombre se despega más de sí
mismo y busca a Dios con el espíritu y con el cuerpo.
Muchos buscan con ansiedad los placeres intelectuales;
pero son muy pocos los verdaderamente sencillos y
piadosos de corazón. Los primeros se proponen conocer
la ciencia; los últimos, unirse a Dios y perderse en El,
desembarazándose de todas las cosas de la tierra.
Para ganarlo todo es necesario aniquilarse delante de
Dios y despegarse de sí y de toda criatura. ¡Dichosa el
alma que empieza este camino y persevera en él!, porque
le será muy fácil elevarse a las cosas del Cielo.
Sufre con paciencia y resignación el pecado de nuestros primeros padres y los dolores y penalidades que de él
se nos han seguido: sólo el hombre verdaderamente resignado es valiente en presencia de la adversidad.
Los que se quejan de las tristezas y amarguras de la
vida, dan una prueba más de su imperfección, porque con
esto dan a entender que son esclavos de una libertad desordenada
que los tiene apegados a sí mismos y a sus propios deseos.
Quien abandona las útiles y provechosas ocupaciones,
pronto cae en una ociosidad pecaminosa.
El hombre resignado debe despreocuparse de las frivolidades
y pensamientos de las cosas criadas, e imprimir en
su corazón la imagen de Jesucristo para transformarse en
su Divinidad.
El que muere a sí y vive la vida de Jesús, lleva a bien
todas las molestias y todos los defectos del prójimo, y sólo
ambiciona que todas las cosas del cielo y de la tierra sigan
su curso según el orden natural y divino.
El hombre recogido en su interior a la luz de la divina
Verdad, desecha fácilmente sus propios defectos. Conoce
sus afectos desordenados a las criaturas y los obstáculos
que se oponen a su perfección. Cuando Dios le reprende
en su interior, se humilla con docilidad y reconoce que
todavía no está libre ni de las criaturas ni de sí, y que no
se ha renunciado y aniquilado en Dios.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO V - De la perseverancia en el abandono en Dios
Si me preguntas qué es lo que debe proponerse un
alma resignada en el Señor, te diré que renunciarse y
morir a sí, resignarse siempre y en todas las cosas, aunque
todo el mundo la olvide y la abandone. Su querer estará
en todo momento conforme con la voluntad de Dios y no
prefiere ni se preocupa más de las cosas necesarias que de
las que no lo son.
Más que los pensamientos, impide la unión con Dios
el amor propio.
Cuando el hombre quiere reconcentrarse en su inte-
rior y unirse a la Verdad, empezará por elevarse sobre
todo lo sensible para transformarse en Dios, y examinará
si hay algún obstáculo interpuesto entre su conciencia y
Dios. Si procura no buscarse a sí mismo en nada, disfrutará
de la divina Esencia en los resplandores de su unión
con ella, y todo lo olvidará por ella. Cuanto más se separe
de sí y de las criaturas, más se unirá a Dios y gozará de
una felicidad más perfecta.
Si quieres renunciarte verdaderamente en Dios, abandona
todo cuanto te pertenece, sal de ti para esconderte y
abismarte en Dios. Vive siempre fiel al Señor y sumisa a
su voluntad cualquiera que sea el trato que recibieras de
Dios: de prosperidad o de tribulación por sí o por medio
de las criaturas.
Cierra tus sentidos a todo pensamiento y afecto que se
refiera a las criaturas, vive desligada y libre de cuanto
suele preferir la razón influida por el amor propio, por la
propia voluntad, por la sensualidad o por el placer. No
ocupe tu corazón nada que no sea Dios.
Cuando los demás yerran y obran mal, no te metas
con ellos ni te ocupes de sus faltas.
El que vive siempre consigo mismo llega a adquirir
gran vigor contra toda ilusión y sugestión del enemigo.
Nunca cambies de ocupación por dar descanso a tu
cuerpo: en esto has de estar siempre indiferente, y
atento sólo a cumplir con tu obligación.
Las criaturas te serán cada vez menos molestas a
medida que te renuncies a ti y te apartes de ellas.
Yo tenía un amigo que no estaba del todo abandonado en Dios,
el cual, agobiado una vez por muchos dolores, oyó una voz que
le decía: «Quiero que te dediques a mí con mucho cuidado,
que te desprecies y que tengas bien entendido que me uniré
a ti cuando no hagas caso alguno de las cosas que te sucedan».
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Cuando el alma así resignada se recoge en su interior,
se encuentra más desconsolada y más abandonada; pero
al mismo tiempo tiene más facilidad para morir a sí misma
y para salir airosa y triunfante de todos sus dolores.
Si derramas tus sentidos en las cosas exteriores llegarás
hasta a temer la vida recogida y el fervor del espíritu.
Por esto no busques nunca los asuntos o las ocupaciones
que puedan distraerte, y cuando no puedas menos de
aceptarlas, abandónalas lo más pronto que te sea posible
y vuelve a tu recogimiento; porque éste con poco se disipa
si no cuidamos de volver en seguida al retiro de nuestro corazón.
El que se renuncia y muere a sí, empieza a vivir una
vida celestial y sobrenatural. Con todo, aún hay quien
vuelve a apartarse de Dios y no persevera en su santa
unión.
Ama la renuncia perfecta de ti, abrázala, practícala
sin permitirte la satisfacción de uno solo de tus deseos,
que mal reprimidos te impedirán siempre la unión con el
Señor y serán un obstáculo oculto para que te renuncies
de verdad.
El alma resignada es tan libre que no se cuida de sí,
porque vive en Dios, en el cual todo está santamente
ordenado. Se olvida completamente de sí para no pensar
más que en El.
La conversión de un alma que se renuncia a sí es más
agradable a Dios que la perseverancia en el bien de otra
alma que no se despega totalmente de sí misma.
Retira, pues, tu alma de los sentidos exteriores y reconcéntrala
dentro de ti. Te lo repito y te lo repetiré cien veces: recógete en
ti misma y en la unidad divina para que así puedas gozar de Dios.
Persevera con valentía en la renuncia que de ti has hecho y no
descanses hasta llegar a conseguir, en cuanto lo permita la fragilidad
humana, la unión de los Santos que es siempre actual, eterna y divina.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO VI - Las alegrías del alma que medita en Dios
Son verdaderamente graves las cuestiones que ahora
me propones al preguntarme qué es Dios, en dónde está y
cómo es uno y triple.
Dios es un ser infinito que sobrepuja a todos los seres,
a todo entendimiento, a toda criatura. No sabré yo
explicarte lo que tú tampoco serás capaz de comprender,
pero te responderé aunque sea de una manera muy imperfecta
y muy indigna de la majestad de Dios. He aquí lo que
tengo que decirte en pocas palabras:
Examinando el orden que reina en la naturaleza, la
armonía de las causas segundas, el curso y encadenamiento
de todas las cosas, los filósofos han llegado a afirmar
que necesariamente tiene que existir un principio, un Señor
de todo el universo, a quien llamamos Dios. Y este
Dios es una substancia inmortal, eterna, que no depende
de ninguna otra, sin cambio, sin cuerpo, un espíritu puro
cuya esencia es vida y operación, una inteligencia activa
que en sí y por sí conoce y penetra todas las cosas, una
esencia divina que cifra en sí misma todas sus delicias,
una bienaventuranza sobrenatural y perfecta que es en sí
toda la felicidad y la comunica a todos los bienaventurados
que la contemplan.
Aprende a conocer a Dios por el admirable espectáculo del
universo. Contempla la inmensidad de los cielos, la
hermosura y movimientos de las estrellas y planetas, cuya
magnitud excede a la de la tierra, si se exceptúa la luna.
Mira los resplandores del sol y su hermosa fecundidad;
cómo hace brotar las flores, las hierbas y toda clase de
plantas. Admira la infinita variedad de los animales, los
peces, los pájaros, las fieras de los bosques, y, por fin, al
hombre.
Cuando hayas admirado toda esta grandeza, hermosura y
variedad del universo, di en tu corazón: «Si este Dios
omnipotente es tan amable y tan bueno en las criaturas,
¿cuan bueno y cuan amable no será en sí mismo?» Luego
únete a todas las criaturas que constantemente están
bendiciendo y alabando la inmensidad divina que en ellas
resplandece, admira con amor su providencia soberana
que conserva, sostiene y gobierna a todos los seres,
grandes y pequeños, ricos y pobres, alábale con la alegría
en el rostro, con alegría en el corazón, adórale, abrázale en el
fondo de tu alma y dale gracias como a Señor único que
es de todas las criaturas. Así encontrarás a ese Dios que
tú buscas.
De esta contemplación nacerá en tu corazón una alegría íntima,
profunda, que te proporcionará dulcedumbres inefables. Para
animarte, voy a contarte un secreto de mi alma que nunca he
revelado a nadie.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Yo he gozado de estas dulzuras por espacio de más de
diez años, que me han parecido una hora. Mi corazón estaba
tan feliz y satisfecho que no podía hablar una sola
palabra. Estaba absorto en Dios y en la Eterna Sabiduría.
Sostenía con mi criador diálogos dulcísimos en los cuales
hablaba solamente mi espíritu; yo gemía, suspiraba, lloraba,
reía. Parecía que estaba elevado a las alturas del espacio,
entre el tiempo y la eternidad, y que nadaba en un
océano de verdades admirables y divinas.
El corazón me saltaba del pecho de puro contento, y
me llevaba a él las manos para contenerlo, diciéndole:
«¡Corazón mío! ¡qué estremecimientos de alegría más
grandes!» Y en cierta ocasión de estas vi en espíritu que el
corazón del padre celestial se juntaba con el mío de una
manera que no sé decir... y dije en aquel arrebato de placer:
«¡Amadísimo de mi alma, mi único amor! abraza a tu
misma divinidad con un abrazo de corazones ¡Dios mío!,
amabilísimo sobre todo que es amable; el que ama a otro
siempre permanece distinto de él, pero Tú, dulzura infinita
del amor verdadero, Tú derramas un perfume delicioso
sobre el corazón de los que te aman. Tú penetras
hasta la esencia de su alma y ya no estás fuera de ellos,
los abrazas divinamente y quedas unido a ellos en las
ligaduras de un amor infinito.
Te advierto que esta alegría del corazón no es el estado
último y definitivo del alma, es sólo un reclamo, un
llamamiento a una unión más elevada, a un abandono
más perfecto en el océano de la Divinidad, y para
conseguirlo es preciso pasar del arrebato o éxtasis
habitual al esencial.
El éxtasis esencial consiste en que el hombre, afirmado
en la virtud y en la perfección, goce del Bien amado que
es Dios, siempre y en todo momento, como el sol en todo
momento conserva su calor y sus esplendores.
El éxtasis habitual es el de las almas cuya virtud imperfecta
e inestable sufre cambios y mudanzas, como los
recibe la luz de la luna. Estas almas se extravían algunas
veces con las alegrías que les concede la gracia del Señor,
porque son avaros de estos favores y quisieran disfrutarlos
siempre. Cuando sienten los consuelos divinos, se alegran;
cuando el Señor les priva de ellos, se lamentan; y
cuando El las colma de dulzuras interiores, sólo a disgusto
y como a la fuerza se consagran a otros trabajos y ejercicios,
por más que se los exija la voluntad de Dios, la caridad o el
cumplimiento de sus deberes.
Me acuerdo que en cierta ocasión me negué a confesar
a un pobre desgraciado que me pedía este favor. Aún no
había terminado mi respuesta al portero que me daba el
recado: «Dile que vaya a otro confesor, que yo no estoy
disponible», cuando repentinamente me vi privado de la
felicidad de la gracia divina de cuya contemplación gozaba
y sentí mi corazón endurecido como una peña. Me
quedé asustado y pedí al Señor me diese a conocer aquel
caso tan raro, y El me respondió en mi interior: «Lo mismo
que tú abandonas a ese pobre desgraciado y lo despides sin
darle ningún consuelo, así te abandono yo a ti
y te quito las dulzuras de mi gracia y la satisfacción de
mis consuelos». Entonces empecé a llorar y darme golpes
de pecho y fui corriendo hacia la puerta en busca de la
persona a quien de tal manera había despedido.
Luego que lo confesé y consolé como pude, volví al
retiro y meditaciones de mi celda, y el Señor, que es la
misma Bondad, tuvo a bien de devolverme aquella alegría
que había perdido por falta de bondad y excesivo apego a
mí mismo.
Es cierto que para llegar a disfrutar de estas alegrías
hay que pasar antes muchos calvarios, pero éstos
terminan siempre cuando Dios quiere; mas aquellas
quedan siempre muy profundas e inalterables.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO VII - De la inmensidad de Dios
Deseas saber dónde está Dios. Pues mira: Dios no está
en ningún lugar determinado, porque está en todas partes
y en todas las cosas, y todo en cada una de ellas. Así se
dice que El es el ser primero por esencia.
Dedica tu atención al conocimiento de esta esencia divina,
purísima, simplicísima, exenta de toda forma o apariencia
extrínseca y de todo accidente, sin mezcla de su ser, y
primera fuente y origen de todo ser. Después, repara en
tal o cual cosa esta o aquella substancia, en todas
estas naturalezas particulares que nos rodean, que pueden
ser separadas, por nuestro entendimiento al menos, de sus
accidentes; fíjate en todos estos seres que pueden recibir
una forma extrínseca accidental y que, por lo tanto, no
son simples, sino compuestos. Y de aquí comprenderás
que la substancia divina en sí misma es purísima, que
está en todas las cosas particulares, y que a todas las
conserva con su presencia.
No me explico cómo somos tan insensatos que podamos
olvidar esta presencia de Dios en todas las criaturas.
Tan grande es la miseria y ceguedad del hombre que no
puede sentir ni comprender la esencia divina, y eso que
sin ella no podemos existir, ni entender, ni obrar.
Cuando con los ojos del cuerpo vemos cosas de distintos colores,
no vemos la luz por medio de la cual percibimos todo lo demás.
Lo mismo nos sucede con los ojos del espíritu: cuando nos
ponemos a estudiar las substancias particulares, lo que no
comprendemos ni observamos es precisamente la esencia
divina que está en toda criatura, sobre toda criatura,
que a todos les da el ser, la acción y el conocimiento del bien.
Y esto no es de extrañar; porque las substancias particulares
distraen y ciegan nuestro espíritu, el cual no puede penetrar
en esta divina obscuridad donde se encuentra la luz misma.
Anímate, pues: que la vista interior de tu alma llegue
a la esencia infinita de Dios, y contemple su simplicidad
y su pureza. Verás como no depende de ningún otro principio,
que nada hay antes de ella ni después de ella, que
no admite accidente ni mudanza alguna, sino que es una
substancia simplicísima, actual, presente, perfecta, en la
cual no es posible descubrir ningún defecto, ni accidente,
ni alteración; que es absolutamente única y perfectamente
simplicísima.
Todo esto es tan cierto que las inteligencias ilustradas,
fuera de ella, no pueden ver más que deducciones, efec-
tos; toda vez que siendo la esencia simple, necesariamente
tiene que ser la primera, independiente, eterna, siempre
presente, siempre perfecta, sin que pueda sufrir aumento
ni disminución.
Si llegas a entender algo de lo que te digo, te verás introducida
en la luz incomprensible de esta Verdad divina y oculta, conocerás
esta fuente y principio del ser, ser purísimo y simplicísimo, causa
primera y eficaz de todas las causas criadas, que en virtud de su
presencia es el principio y el fin de todo lo que ha habido, hay y
habrá en el mundo. El es todo, y fuera de El no hay nada, porque
Dios es a la manera de un círculo cuyo centro está en todas partes
y cuya circunferencia y límites en ninguna parte.
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
CAPITULO VIII - De la Santísima Trinidad
Medita ahora en el misterio de la Santísima Trinidad.
Cuanto más simple en sí es una esencia, es tanto más
poderosa y divina en la eficacia de sus energías y de sus
actos. Así, a Dios que es el Bien soberano, su propia Bondad
infinita le obliga a no encerrarse en su propia felicidad y se
comunica dentro y fuera de sí mismo. Y como es el Bien
supremo, presente, íntimo, substancial, independiente,
infinito y perfecto, necesariamente ha de comunicarse
de un modo más excelente y completo dentro de sí
mismo.
Las criaturas pueden comunicarse por partes, pero no
substancial ni esencialmente, porque todas son substancias
particulares, divisibles y finitas. Pero Dios, que sobrepuja
sin comparación a todas las comunicaciones de
las cosas criadas, se comunica esencialmente, de modo
que, a su infinita e íntima comunicación, corresponde su
misma substancia comunicada con distinción de personas.
Contempla, pues, la bondad infinita de este soberano
Bien, el cual, por su esencia, es el principio natural de su
inteligencia y de su amor y así conocerás la generación
sublime de las personas divinas en Dios y adorarás a la
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Pero puesto caso que esta comunicación proviene de la
suprema bondad de Dios, es preciso que en la Santísima
Trinidad sea íntima, consubstancial, con igualdad e identidad
de esencia, y que en esta dichosa e íntima comunicación las
personas divinas tengan la misma substancia, indivisible,
inseparable, en las perfecciones y en su poder.
El Padre es en la Divinidad el principio del Hijo y del
Espíritu Santo. Se comunica al Verbo inefable que es el
Hijo del Padre Eterno. Y como se comunica con todo el
ardor y fuerza de su voluntad, el Hijo vuelve al padre con
la misma caridad. El Padre ama al Hijo, el Hijo ama al
Padre; y este amor recíproco es el Espíritu Santo. Así
hablan San Agustín y San Dionisio acerca de la Santísima
Trinidad.
Nuestro angélico Doctor Sto. Tomás, dice que en esta
encarnación del Verbo del corazón del Padre, es necesario
que Dios Padre vea con su inteligencia y comprenda
su ser y su esencia divina. De otro modo, el Verbo que El
concibe no sería Dios, sino criatura; lo cual no puede ser.
Pero como se comprende a sí mismo, el Verbo es Dios de
Dios, y la contemplación de la divina esencia por la inteligencia
del Padre implica una igualdad positiva de la esencia natural,
de lo contrario el Verbo no sería Hijo del Padre. De este modo
resultan en Dios la unidad de esencia y la trinidad de personas.
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Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: OBRAS SELECTAS del Beato Enrique Susón
Dios padre, conociéndose a sí por la inteligencia, se
expresa a sí mismo y su Verbo expresado es el hijo del
Padre. Y como el Padre al conocer su esencia perfecta
tiene un amor infinito a sí mismo y a su Hijo, el Hijo ama
con el mismo amor al Padre, y este amor recíproco e infinito
es el Espíritu Santo, distinto personalmente del Padre y del
Hijo, pero uno en esencia, un solo Dios con el Padre y con el
Hijo.
La primera de estas comunicaciones, como proviene
de la inteligencia y de la naturaleza, se llama generación.
La segunda, que proviene de la voluntad y del amor, se
llama procesión. Y así, el Espíritu Santo, que procede de
una efusión de amor del Padre y del Hijo, abismo infinito
e imagen perfecta, no se puede decir que es engendrado,
sino que procede. Es un amor intelectual y espiritual que
reside en la voluntad, así como un afecto, como una
atracción divina. Es el lazo de amor que une al que ama
con el que es amado. Por esto la emanación de la voluntad
divina pertenece a la tercera Persona, que es la Caridad,
y se llama Espíritu Santo. En él son transformados los
que aman a Dios y los que son atraídos hacia su luz de
ese modo tan vivo, tan profundo, tan singular que no
puede comprenderlo ni conocerlo sino el que lo ha probado.
Llégate a este Dios trino y uno, el Primero, el Altísimo, el Omnipotente.
Pero llégate sin mancha, sin interés, con un amor puro, porque es un
Dios terrible para los pecadores; es un Dios liberal, pero poderosísimo
y majestuoso para los que le sirven por la esperanza de recompensa;
es un amigo tierno y cariñoso, un hermano, un esposo, para aquellos
que rehúyen todo amor servil y le aman con amor muy puro.
Para unirte a El, deberás preparar tu espíritu y tu
cuerpo. Renunciarás a la carne, a la sensualidad, a los
apetitos de tu naturaleza. Atenderás solamente al espíritu,
someterás a él tus sentidos y obrarás siempre en recogimiento
y oración. Sólo así podrás llegar al Espíritu superior, que es Dios,
y unirte a El. Entonces sentirás que este Espíritu divino te inspira,
te llama, te invita, te atrae y te ilumina para conocer su incomprensibilidad.
Cuando veas que no puedes llegar a El, despójate de ti
misma, valiéndote del conocimiento de tu incapacidad y
de tu debilidad; resígnate del todo, abandónate de todo
corazón en Dios, envuélvete en El; olvídate de ti misma;
piérdete a ti misma completamente, no en la esencia de
tu espíritu, sino en tu sensualidad y en el propio uso y
propia voluntad de tu cuerpo y de tu alma.
Y cuando así te hayas elevado y abismado en la esencia
Divina, te encontrarás unida y transformada en un
mismo espíritu con Dios, y dirás con San Pablo: Vivo yo,
pero no yo; sino que es Jesucristo el que vive en mí.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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