EL COMBATE ESPIRITUAL (P. Lorenzo Scúpoli)
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Re: EL COMBATE ESPIRITUAL (P. Lorenzo Scúpoli)
CAPÍTULO XXXVI - Del amor para con los enemigos
Aunque la perfección cristiana consiste en la perfecta obediencia de los preceptos de Dios, no obstante, procede principalmente del precepto de amar a los enemigos, por ser este precepto muy conforme a la costumbre del Señor, y a lo que Él practicó en la tierra, y practica en el cielo.
Y así si pretendes adquirir en breve la perfección, debes procurar cumplir exactamente cuanto Cristo manda en este precepto de amar a los enemigos, amándolos, haciéndoles bien y rogando por ellos (Matth. V), no tibia y lentamente, sino con tanto afecto que casi olvidada de ti misma te entregues de todo corazón a su amor, y a rogar por ellos.
En orden al bien que deberás hacerles, guardarás esta regla. En lo que toca al bien de su alma, has de estar advertida, que de ti y de tu mal ejemplo no tomen jamás ocasión de tropiezo; y muestra siempre con el semblante, con las palabras y con las obras, que los amas, y que estás siempre dispuesta y pronta a servirlos.
En cuanto a los bienes temporales te aconsejarás con el recto juicio y la prudencia, considerando la calidad de los enemigos, y tu propio estado y las ocasiones. Si a esto atendieres con cuidado, ten por cierto que la virtud y la verdadera paz entrarán en tu corazón.
Este proceso no es tan difícil como algunos se persuaden; duro es a la naturaleza, no es dudable; mas a quien está sobre aviso para mortificar los movimientos de la naturaleza y del odio, se le hará suave, porque lleva escondida, dentro de sí, una dulcísima, paz.
Para socorrer la flaqueza de la naturaleza te servirás de cuatro medios que son muy eficaces y poderosos.
El primero es la oración, pidiendo a Jesucristo el amor a los enemigos, en virtud de aquel amor con que estando en la cruz, primeramente se acordó de los enemigos suyos, después de su santísima Madre, y últimamente de sí mismo (Luc. XXIII, 43, 46.– Joann. XIX, 27).
El segundo medio será decirte a ti misma: 'Precepto del Señor es que yo ame a mis enemigos (Matth. V); y así debo cumplirlo'.
El tercero será que mirando y contemplando en ellos la viva imagen de Dios, la cual les dio Él mismo en la creación (Genes. I), te excites y te despiertes a amarla.
El cuarto, el precio infinito con que han sido rescatados, que no es plata ni oro, sino la misma sangre de Jesucristo (I Petr. I, 18, 19), que tú debes venerar siempre y no permitir jamás que sea pisada, vilipendiada y ultrajada. Si estas cuatro cosas contemplas a menudo, amarás, como Dios quiere, a tus enemigos.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: EL COMBATE ESPIRITUAL (P. Lorenzo Scúpoli)
CAPÍTULO XXXVII - Del examen de la conciencia
Este examen suelen hacerlo las almas diligentes tres veces al día: la primera antes de comer, la segunda después de vísperas, y la tercera antes de acostarse. Pero si esto no se pudiere, a lo menos no deberá omitirse el de la tarde; porque si Dios miró dos veces la obra que hizo para el hombre (Genes. I), muy razonable será que el hombre mire a lo menos una vez al día las obras que hace para Dios, de las cuales ha de dar cuenta muy estrecha a su Majestad.
El examen se ha de hacer en esta forma: lo primero has de pedir luz a Dios, para que puedas conocer bien todo lo interior de tus obras. Después considerarás si has estado recogida y encerrada en tu corazón, y lo has guardado de cualquier desorden.
Lo tercero, examinarás cómo has obedecido a Dios aquel día, en todas las ocasiones que te ha dado para servirle: esta tercera consideración incluye en sí el estado y las obligaciones de cada uno.
De su correspondencia a la gracia, y de tus buenas obras, después que hayas dado gracias a Dios, te olvidarás enteramente, quedando deseosa de empezar de nuevo este camino, como si nada hubieses hecho hasta entonces.
Si hallares faltas, defectos o pecados, vuélvete a Dios; y doliéndote de tu ofensa, dile: 'Señor, yo he obrado como quien soy; y hubiera sido sin duda mayor mi precipicio, si vuestra diestra soberana no me hubiera ayudado y socorrido: por lo que os doy infinitas gracias; ahora, Señor, obrad Vos como quien sois; os lo suplico en nombre de vuestro amantísimo Hijo: y perdonadme, y dadme gracia para que no os ofenda más'.
Después por penitencia de tus faltas, y para estímulo de la enmienda, mortifica tu voluntad (privándote de alguna cosa lícita); lo mismo digo del cuerpo, porque esto agrada mucho a Dios. Procura no omitir jamás estas o semejantes penitencias, si no quieres hacer los exámenes de tu conciencia solamente por costumbre y sin provecho ninguno.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Re: EL COMBATE ESPIRITUAL (P. Lorenzo Scúpoli)
CAPÍTULO XXXVIII - Dos reglas para vivir en paz
Aunque el que vive conforme a las indicaciones que se han propuesto está siempre en paz, todavía quiero en este último capítulo darte dos reglas, que si las observas, vivirás quieta cuanto es posible en esta miserable vida.
La una es que atiendas, con todo el cuidado que te fuere posible, el cerrar la puerta de tu corazón a todos los deseos; porque has de advertir que el deseo es el leño largo de la cruz y de la inquietud, el cual será grave y pesado según la grandeza del deseo; y así, si el deseo fuere de muchas cosas, también serán mayores, más graves y en mayor número los leños preparados para muchas cruces.
Después sobreviniendo impedimentos y dificultades en la ejecución del deseo, se forma el otro leño que atraviesa la cruz, en la cual queda clavado el deseo. Así, pues, el que no quisiere cruz, no desee: y cuando se hallare en alguna cruz, deje el deseo; que en el mismo punto que lo dejare descenderá de la cruz.
La otra regla es que, cuando te hallares molestada y ofendida de tu prójimo, no te entregues a la consideración del agravio, imaginándote que no debiera hacerse esto contigo, ni des lugar a pensar quién es él o piensa ser, u otras cosas semejantes, las cuales no son sino cebo y fomento de la ira, de la indignación y del odio; mas recurre luego en estos casos a la virtud y a los preceptos de Dios, para que sepas lo que debes obrar, a fin de no incurrir en mayores faltas que los mismos que te han ofendido; y de hallar el camino de la virtud y de la paz.
Considera también que si tú misma no haces contigo lo que debes, ¿qué maravilla es que los otros no hagan lo que deben contigo? Y si te complaces en la venganza de los que te ofenden, primero debes tomarla de ti misma; pues no tienes otro enemigo que más te ofenda ni haga mayor daño.
FIN
Javier- Nombre de messages : 4271
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