Aceptar nuestra cruz particular es lo único que nos va a salvar (Reflexión)
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Aceptar nuestra cruz particular es lo único que nos va a salvar (Reflexión)
Aceptar nuestra cruz particular es lo único que nos va a salvar (Reflexión)
Nadie elige su cruz. La cruz que tenemos que llevar para ser fieles imitadores de Nuestro Señor Jesucristo
y salvarnos nos ha sido dada por el Padre Eterno en su infinita sabiduría y misericordia. Lo verdaderamente
importante pues es conocer y aceptar esa cruz, y después cargar con ella por mucho que pese y portarla
con dignidad y sin protestar. Porque la cruz la tenemos que llevar todos los que queramos seguir a Jesucristo,
es un requisito indispensable para ser discípulos suyos y poder salvar nuestras almas. Dios, en su infinita
sabiduría y en su gran bondad, ha dispuesto que todos tengamos nuestra cruz particular, aquella que bien
llevada tiene el poder de salvar nuestras almas. La cruz hay que llevarla, nos guste o no. Si no la aceptamos,
si queremos vivir sin cruz, nuestra vida será un infierno, una enorme mentira, y al final, cuando ya apenas
quede tiempo para arrepentirse y enmendarse, habrá que convenir en que nos hemos equivocado pensando
que íbamos a salvarnos sin querer llevar la cruz que Dios nos había dado. Porque si no queremos portar con la
cruz, ésta nos aplastará durante el resto de nuestra vida. Y lo más terrible, servirá para acusarnos en el juicio
particular ante Dios y sus ángeles y santos. La única manera de agradar al Señor y de procurarnos la salvación
es pues aceptando y llevando la cruz a imitación de Nuestro Señor Jesús. No hay otro camino para ir al Cielo.
CONTINUARÁ...
24 Entonces, dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere seguirme, renúnciese a sí mismo, y lleve su cruz y siga tras de Mí. 25 Porque el que quisiere salvar su alma, la perderá; y quien pierda su alma por mi causa, la hallará. 26 Porque ¿de qué sirve al hombre, si gana el mundo entero, más pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? (Mateo 16, 24-26)
42 Jesús les respondió: “Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a Mí, porque Yo salí y vine de Dios. No vine por Mí mismo, sino que Él me envió. 43 ¿Por qué no comprendéis mi lenguaje? Porque no podéis sufrir mi palabra. 44 Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. 45 Y a Mí porque os digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? 47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios.” (Juan 8, 42-47)
1 Teniendo que gloriarme, aunque no sea cosa conveniente, vendré ahora a las visiones y revelaciones del Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, que catorce años ha —si en cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe— fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3 Y sé que el tal hombre —si en cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe— 4 fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que no es dado al hombre expresar. 5 De ese tal me gloriaré, pero de mí no me gloriaré sino en mis flaquezas. 6 Si yo quisiera gloriarme, no sería fatuo, pues diría la verdad; mas me abstengo, para que nadie me considere superior a lo que ve en mí u oye de mi boca. 7 Y a fin de que por la grandeza de las revelaciones, no me levante sobre lo que soy, me ha sido clavado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás que me abofetee, para que no me engría. 8 Tres veces rogué sobre esto al Señor para que se apartase de mí. 9 Mas Él me dijo: “Mi gracia te basta, pues en la flaqueza se perfecciona la fuerza.” Por tanto, con sumo gusto me gloriaré de preferencia en mis flaquezas, para que la fuerza de Cristo habite en mí. 10 Por Cristo me complazco en las flaquezas, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12, 1-10)
Nadie elige su cruz. La cruz que tenemos que llevar para ser fieles imitadores de Nuestro Señor Jesucristo
y salvarnos nos ha sido dada por el Padre Eterno en su infinita sabiduría y misericordia. Lo verdaderamente
importante pues es conocer y aceptar esa cruz, y después cargar con ella por mucho que pese y portarla
con dignidad y sin protestar. Porque la cruz la tenemos que llevar todos los que queramos seguir a Jesucristo,
es un requisito indispensable para ser discípulos suyos y poder salvar nuestras almas. Dios, en su infinita
sabiduría y en su gran bondad, ha dispuesto que todos tengamos nuestra cruz particular, aquella que bien
llevada tiene el poder de salvar nuestras almas. La cruz hay que llevarla, nos guste o no. Si no la aceptamos,
si queremos vivir sin cruz, nuestra vida será un infierno, una enorme mentira, y al final, cuando ya apenas
quede tiempo para arrepentirse y enmendarse, habrá que convenir en que nos hemos equivocado pensando
que íbamos a salvarnos sin querer llevar la cruz que Dios nos había dado. Porque si no queremos portar con la
cruz, ésta nos aplastará durante el resto de nuestra vida. Y lo más terrible, servirá para acusarnos en el juicio
particular ante Dios y sus ángeles y santos. La única manera de agradar al Señor y de procurarnos la salvación
es pues aceptando y llevando la cruz a imitación de Nuestro Señor Jesús. No hay otro camino para ir al Cielo.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
Localisation : Ilici Augusta (Hispania)
Date d'inscription : 26/02/2009
Re: Aceptar nuestra cruz particular es lo único que nos va a salvar (Reflexión)
Nuestra cruz puede ser muy diversa, pero siempre será algo que nos mortifica
y nos destruye, de ahí la imperiosa necesidad de cargarla por amor a Nuestro
Señor y para la mayor gloria de Dios, uniendo nuestros sufrimientos a los de
Jesucristo, pues entonces dignificaremos y elevaremos cualquier dolor por
pequeño e insignificante que nos pueda parecer. Todo lo que hagamos, sobre
todo cuando nos toque padecer, hagámoslo y sufrámoslo por amor a Dios,
y esto hará que nuestras acciones e intenciones no sean en vano, sino
que así las sobrenaturalizaremos y las ofreceremos al Señor como algo
agradable, justamente porque están unidas a los infinitos méritos que
Jesús nos conquistó mediante todos sus dolores y sufrimientos en su
dolorosa Pasión y Muerte. Debemos comprender bien que nosotros no
podemos merecer nada del Padre Celestial, porque somos enemigos de
Él desde el pecado original, pero sin embargo gracias a la Encarnación,
la Pasión y Muerte, y la Resurrección del Hijo de Dios, se nos ha obtenido
lo más preciado que existe en el universo entero: la GRACIA DIVINA,
cuyo valor inestimable nunca llegará a ser entendido del todo. Entonces,
desde que Ntro. Señor Jesucristo nos mereció esa GRACIA con su
dolorosísima Pasión y Muerte, en las que Él aceptó cargar con todas
nuestras iniquidades y miserias, haciéndose pecado por amor a nosotros
quien era la Inocencia misma, para expiar y lavar con Su sangre
preciosa todas nuestras transgresiones, y así hacer que el Padre
Eterno pudiera compadecerse de nosotros y el Cielo se abriera
para la humanidad, desde ese momento único y sublime vivimos
en la era de la Gracia, la cual debemos apreciar y amar más que
a cualquier otra cosa que exista.
Como he dicho antes, uno no elige su cruz, sino que
ya nacemos con una cruz que ha sido diseñada especialmente
por Dios para que la llevemos como es debido y así
podamos salvar nuestras almas. Resulta esencial conocer
cuál sea la cruz de cada uno, aceptarla por mucho que
nos duela, y después cargar con ella todos los días de
nuestra vida hasta que Dios quiera, incluso hasta el
Calvario si así Él lo quiere. El cristiano no tiene otro
destino sino ése, llegar al final del trayecto habiendo
llevado la cruz de la manera más digna, y dejarse
crucificar para morir al mundo, al demonio y a la carne,
y así poder resucitar al tercer día con Nuestro
Salvador y Redentor Jesucristo. Que nadie que quiera
ser verdadero discípulo de Jesús espere una vida muelle,
una vida de goces y honores, de apariencias y de
inmortificaciones, de aplausos y de parabienes...
Todo eso es lo más opuesto que un verdadero
amante de Cristo puede esperar. Al contrario,
que espere cruces, desolación, abandono, menos-
precio, incomprensión, enfermedades, hambre,
estrecheces, rechazo, odio del mundo...
Esa es nuestra auténtica herencia y ése debe ser
nuestro auténtico gozo, pues así sabremos que
estamos siguiendo fielmente los pasos de
Nuestro Señor y Maestro.
CONTINUARÁ...
y nos destruye, de ahí la imperiosa necesidad de cargarla por amor a Nuestro
Señor y para la mayor gloria de Dios, uniendo nuestros sufrimientos a los de
Jesucristo, pues entonces dignificaremos y elevaremos cualquier dolor por
pequeño e insignificante que nos pueda parecer. Todo lo que hagamos, sobre
todo cuando nos toque padecer, hagámoslo y sufrámoslo por amor a Dios,
y esto hará que nuestras acciones e intenciones no sean en vano, sino
que así las sobrenaturalizaremos y las ofreceremos al Señor como algo
agradable, justamente porque están unidas a los infinitos méritos que
Jesús nos conquistó mediante todos sus dolores y sufrimientos en su
dolorosa Pasión y Muerte. Debemos comprender bien que nosotros no
podemos merecer nada del Padre Celestial, porque somos enemigos de
Él desde el pecado original, pero sin embargo gracias a la Encarnación,
la Pasión y Muerte, y la Resurrección del Hijo de Dios, se nos ha obtenido
lo más preciado que existe en el universo entero: la GRACIA DIVINA,
cuyo valor inestimable nunca llegará a ser entendido del todo. Entonces,
desde que Ntro. Señor Jesucristo nos mereció esa GRACIA con su
dolorosísima Pasión y Muerte, en las que Él aceptó cargar con todas
nuestras iniquidades y miserias, haciéndose pecado por amor a nosotros
quien era la Inocencia misma, para expiar y lavar con Su sangre
preciosa todas nuestras transgresiones, y así hacer que el Padre
Eterno pudiera compadecerse de nosotros y el Cielo se abriera
para la humanidad, desde ese momento único y sublime vivimos
en la era de la Gracia, la cual debemos apreciar y amar más que
a cualquier otra cosa que exista.
Como he dicho antes, uno no elige su cruz, sino que
ya nacemos con una cruz que ha sido diseñada especialmente
por Dios para que la llevemos como es debido y así
podamos salvar nuestras almas. Resulta esencial conocer
cuál sea la cruz de cada uno, aceptarla por mucho que
nos duela, y después cargar con ella todos los días de
nuestra vida hasta que Dios quiera, incluso hasta el
Calvario si así Él lo quiere. El cristiano no tiene otro
destino sino ése, llegar al final del trayecto habiendo
llevado la cruz de la manera más digna, y dejarse
crucificar para morir al mundo, al demonio y a la carne,
y así poder resucitar al tercer día con Nuestro
Salvador y Redentor Jesucristo. Que nadie que quiera
ser verdadero discípulo de Jesús espere una vida muelle,
una vida de goces y honores, de apariencias y de
inmortificaciones, de aplausos y de parabienes...
Todo eso es lo más opuesto que un verdadero
amante de Cristo puede esperar. Al contrario,
que espere cruces, desolación, abandono, menos-
precio, incomprensión, enfermedades, hambre,
estrecheces, rechazo, odio del mundo...
Esa es nuestra auténtica herencia y ése debe ser
nuestro auténtico gozo, pues así sabremos que
estamos siguiendo fielmente los pasos de
Nuestro Señor y Maestro.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
Localisation : Ilici Augusta (Hispania)
Date d'inscription : 26/02/2009
Re: Aceptar nuestra cruz particular es lo único que nos va a salvar (Reflexión)
Nuestra cruz puede ser una dolorosa enfermedad que nos imposibilita
realizar actividades cotidianas; o bien no poder realizar nuestra vocación
al sacerdocio o a la vida religiosa porque para llevar a cabo todo eso,
habría que aliarse con el error y la herejía, aceptando la falsa autoridad
de la odiosa secta conciliar, o las incoherencias indefendibles de la cismática
y por tanto herética FSSPX, o lo que es aún peor, caer en las garras de
la sacrílega línea Thuc... en cualquier caso, implicaría cometer un
pecado mortal aceptando cualquier tipo de compromiso con estos
cuerpos muertos como son la secta conciliar, la secta lefebvista
y la secta thucista. Y antes que eso es preferible la muerte.
Hay que sacrificar por tanto la vocación, y cualquier cosa, antes
que ofender conscientemente a Dios. Es ciertamente una cruz
muy meritoria y que bien llevada, nos va a conducir infaliblemente
hacia el puerto de la salvación.
Otra cruz puede ser el vivir en un matrimonio donde
el otro cónyuge no comparta nuestra Fe y nos persiga
por ello, haciendo que los niños -si los hay- sufran al
mismo tiempo... Desde luego es una cruz muy dolorosa,
y habrá que pedirle a Nuestro Señor Jesucristo que nos
ayude a llevarla como Él cargó con la suya.
Otra cruz muy pesada es el cargar con el peso de una
calumnia desde que se es bien pequeño, haber sido el
blanco de los comentarios infundados y maliciosos
de una comunidad, con el terrible resultado de ver
cómo la imagen pública de alguien y su reputación
han quedado prácticamente destruidas por culpa
de una mentira que se ha extendido hasta límites
insospechados... ¡ay de aquéllos que escandalizan
a los pequeños! ¡Ay de aquéllos por quienes viene
el escándalo!... Si éste es tu caso, deberás aprender
a llevar esa cruz lo más dignamente posible, pues
también a Jesús lo despreciaron y humillaron
públicamente.
Como se ve, cruces hay muchas y muy diversas;
lo que interesa es conocer la suya propia y
aceptarla, porque rebelarse no sirve de nada,
dado que vamos a seguir cargando con ella tanto
si lo queremos como si no. Una vez aceptada,
hay que determinarse a llevarla dignamente
hasta donde Dios nos pida. Puede ser que
tengamos que morir en el Calvario, puede
ser que Dios nos pida que sirvamos de ejemplo
para otros que tienen que llevar su cruz...
En cualquier caso, resignémonos y aceptemos
la voluntad de Dios, y sabremos que el Señor
está con nosotros y nos bendice. Digamos con
humildad: "He aquí vuestro siervo, Señor,
hágase en mí según vuestra voluntad". Y no
nos preocupemos de nada más, porque quien
hace la Divina Voluntad, está glorificando a
Dios y le está agradando en extremo, y eso
es a lo máximo que una criatura humana puede
aspirar en esta vida.
Aprendamos la ciencia de la Cruz, la verdadera
sabiduría escondida a los poderosos y los orgu-
llosos y únicamente revelada a los humildes y
pequeños, y seremos fieles imitadores de Nuestro
Salvador aquí en la tierra, y cantaremos un día
sus alabanzas en la vida eterna.
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
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