LA FAMILIA REGULADA - R.P. Fr Antonio Arbiol (1715)

LA FAMILIA REGULADA, CON DOCTRINA DE LA SAGRADA ESCRITURA, Y SANTOS PADRES DE LA IGLESIA CATÓLICA

Para todos los que regularmente componen una casa seglar,
a fin de que cada uno en su estado; y en su grado sirva a
Dios nuestro Señor con toda perfección, y salve su alma:

Por el R.P. Fr. ANTONIO ARBIOL, de la Regular Observancia
de N. S. P. San Francisco



AL DISCRETO LECTOR.

Considerando que la ruina y perdición espiritual, y
aun temporal de los pueblos consiste en los malos
padres de familia, como lo escribe largamente el Gran
Padre de la Iglesia San Juan Crisóstomo, determiné tomar
este leve trabajo con la esperanza firme de que sea
de algún provecho.

El Apóstol San Pablo extendía sus doctrinas hasta lo más
interior de las casas particulares, como lo dice expresamente
a los Efesios: Vos scitis :;: quomodô nihil subtraxerim
sutilium , quominus annuntiarem vobis, & docerem vos
publice ó per domos. Y el mismo Santo nos exhorta para que
le imitemos los Ministros del Señor: Imitatores mei stote.

Los hijos de nuestro Seráfico Padre San Francisco estamos
obligados a todo el mundo, porque vivimos de las caritativas
limosnas de los fieles, como pobres de Cristo;
y siempre nos debe hacer grande armonía, que nos importa
pagar este pan temporal con obsequios, y asistencias espirituales
a los mismos bienhechores, que nos asisten con su
generosa piedad. Véase lo que sobre esto dice el mismo
San Pablo.

En nuestra Santa Regla se nos manda trabajar de trabajo
honesto; y aunque literalmente se entiende del trabajo
material de manos; pero la exposición Apostólica de
Nicolao Tercero ha declarado, que el trabajo espiritual
es tanto mayor que el corporal, cuanto las cosas que son
del alma exceden a las de cuerpo.


CONTINUARÁ...

El empleo liberal del estudio es de esta noble jerarquía
de trabajos espirituales, como se dice en la misma Bula
Pontificia, si con él no se apaga el espíritu de la santa oración
y devoción, al cual todas las cosas temporales deben
servir. La verdadera sabiduría, dice Salomon , trae consigo
todos los bienes juntos, con innumerable honestidad:
Venerunt mihi omnia bona pariter cum illa, et innume-
rabilis honestas per manus illius. Y en otro Sagrado Texto
dice Qua sine fictione didici, sine invidia communico,
et honestaten illius non abscondo. Confiéranse estas
Divinas palabras, con las de nuestra Santa Regla: Laborent
de laboritio, quod pertinet ad honestatem.


Concluyo este Prólogo, pidiendo las caritativas oraciones
de los piadosos, temiendo con mas razón lo que temía
el Apóstol San Pablo, quando dijo: Ne forte, cum aliis
predicaverim , ipse reprobus efficiar. El Señor me asista
con el espíritu verdadero de su Santa Iglesia, a la cual sujeto
siempre mis pobres escritos, mis acciones, mis palabras,
mi voluntad y todos mis pensamientos. Así concluyó uno
de sus Prólogos el insigne San Francisco de Sales. ¡Ojalá
yo participase de su ardiente fervor! Amén.


A CONTINUACIÓN... DIVISIÓN DE ESTA OBRA

DIVISIÓN DE ESTA OBRA.


En cinco libros está dividido este trabajo. El primero
trata de la excelencia del Santo Matrimonio, y de los
muchos Santos y Santas, que ha tenido la Iglesia de Dios
en él. El segundo de las mutuas y recíprocas obligaciones
que tienen el esposo con su esposa, y la esposa con su
esposo. El tercero de las virtudes principales con que se
hace feliz una casa, y los vicios particulares con que se
destruye. El cuarto de los principales cuidados que deben
tener los padres de familia con todos los de su casa en
común ; y respectivamente en particular con sus hijos, hijas,
criados y criadas, & cía. El quinto de todos los inferiores,
que regularmente componen una casa secular: cómo deben
atender al bien común de ella, y a los padres de familia
que la gobiernan; y cómo se han de comunicar, y
asistir entre sí mismos, y cumplir cada uno con las
obligaciones que le pertenecen.


A CONTINUACIÓN... ADVERTENCIA GENERAL

ADVERTENCIA GENERAL


EN la Sagrada Escritura, que se cita en estos libros,
adviértase que no siempre se toma el Sagrado Texto
según la letra, sino según su sentido, conforme a las exposiciones
de los Santos Padres y autorizados expositores, por
que así lo tiene determinado el Santo Concilio Tridentino.

Adviértase tambien, que en la última impresion del librito
pequeño de la Tercera Orden; que se intitula : El
Christiano Reformado, el qual se imprimió en Zaragoza
el año próximo pasado de 1714, ajustándolo con los novísimos
Decretos y Bulas Apostólicas del Santo Pontífice
Inocencio XI e Inocencio XII, dejé de poner (por dudar en ellas)
las grandes Indulgencias que hay concedidas
rezando con devoción el Salmo Exaudiat te Dominus in
die tribulationis, & c. Y los que no saben leer, rezando
en lugar de dicho Salmo tres veces el Padre nuestro y el
Ave María, después de comulgar, a la intención que tuvo
el Sumo Pontífice Urbano VIII, en su Decreto, que comienza
Salvator noster, & c., dado en Roma a 23 de Diciembre
Y habiendo examinado con todo rigor esta Bula Apostólica,
no hallo camino alguno para dudar en el grandísimo tesoro
de Indulgencias que contiene. Leída con atención esta Bula,
no extrañarían los doctos y piadosos lo que se dice estar
concedido a la Estación del Santísimo Sacramento.
El Señor nos haga suyos. Amén.


CONTINUARÁ...

PROTESTACIÓN


Conforme á los Decretos Apostólicos de nuestro Santísimo
Padre Urbano VIII y de la Santa Inquisición General de
Roma de 13 de Marzo de 1615, 5 de Junio de 1631,
y 5 de Julio de 1634, protesto y declaro, que
si alguna vez en este Libro se pusieren los elogios de Santo
o Beato, o se hiciere mención de martirios, revelaciones,
éxtasis, o milagros, que toquen a personas no canonizadas,
o beatificadas por la Santa Iglesia Romana, no pretendo,
ni es mi ánimo prevenir el juicio infalible de la Santa Sede
Suprema, ni quiero se dé a cosas semejantes más
crédito, ni fe que aquella que merece una historia y narrativa
puramente humana y falible. Y así en esto, como
en todo lo demás me sujeto con humilde rendimiento a la
corrección de la Santa Iglesia Católica, que es Maestra de
la Fe y columna firmísima de la verdad. Así lo siento, y
de todo mi corazón lo confieso en San Francisco de Zaragoza
a 25 de Enero de 1715.

Fr. Antonio Arbiol.


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