LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P.
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LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P.
LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P. (1925)
P R Ó L O G O
Este libro es casi todo una simple colección o refundición
de artículos publicados en varias Revistas con ánimo de aclarar
o restaurar en su antigua pureza muchas verdades muy
consoladoras, capaces de alentar a las almas pías en su ascensión
a Dios, y muy olvidadas u oscurecidas en estos tres
últimos siglos, de lamentable decadencia espiritual, en que
con la creciente frialdad causada por el ambiente de racionalismo
o indiferentismo que se respiraba, llegó a estragarse
tanto en muchos autores y directores el sentido cristiano, que
hicieron pasar por tradicional una espiritualidad más que
sospechosa, a veces rayana en semiquietismo, y casi siempre
muy refractaria a la verdadera vida mística, tan apreciada
de todos los grandes maestros de espíritu. Pues con falsos
pretextos de humildad inducían, aun a las personas más fervorosas,
a resistir a las mociones e ilustraciones del Espíritu
Santo y contristarle así de continuo, en vez de enseñar a todos
los fieles a invocarlo incesantemente y disponerse como
es debido para recibirlo y dejarse poseer de El más y más
hasta depender en todo de su dulce moción y dirección, y
quedar así renovados y deificados para proceder normalmente
a lo divino, como fieles hijos de Dios, qui Spiritu Dei
aguntur (Rom. 8, 14).
Ese miedo a las comunicaciones divinas es muy propio de
los que se han empeñado en separar totalmente la Mística
de la Ascética, haciendo creer que ésta basta a la generalidad
de los cristianos, y la otra está reservada para almas extraordinarias;
o lo que es lo mismo, que para la «santidad ordinaria», a la moderna,
basta el simple ejercicio de las virtudes sin contar para nada
con los siete preciosísimos dones del Espíritu Santo,
como si los hubiéramos recibido para tenerlos ociosos.
—Así con invocar muchas veces a Santa Teresa, disuaden
de leer sus obras o desnaturalizan su doctrina, para
enseñar una mística contrahecha y manifiestamente pseudoteresiana,
caracterizada por la famosa "contemplación adquirida",
de antemano excluida por la mística Doctora.
Como, sobre todo, contra esta dañosa invención del siglo
XVII, por ser origen de tantísimos desaciertos, tuvimos que
escribir en varias ocasiones y responder a réplicas e insistencias,
resultaron inevitables—para cerrar la puerta a nuevos
subterfugios—algunas repeticiones que, aunque a veces
parezcan algo molestas, no dejan de ser muy necesarias, a
fin de corroborar, aclarar o completar las exposiciones o refutaciones
ya hechas, y dejar la verdad, en lo posible, plenamente
esclarecida.
Por lo demás, aunque publicados esos artículos en distintas
épocas, la identidad de miras les hará ofrecer suficiente
unidad de plan.
Esperamos, pues, que el conjunto satisfaga los piadosos
deseos que tantas buenísimas almas han mostrado de tener a
mano la aclaración de ciertas dificultades y la refutación de
tantos errores inveterados con que desde hace siglos se viene
desfigurando la verdadera mística, y desconcertando a
sus sinceros amadores, a la vez que se les desanima. Estos
quizás hallen aquí un manualito en que se resume la más
importante doctrina tradicional, que no podrá menos de
confortarlos y orientarlos con los purísimos destellos de la
verdad divina, libre de tantos prejuicios como aún la ofuscan
o desfiguran, y restituida, en cuanto nos ha sido dado,
a su pleno y primitivo esplendor.
Salamanca. Convento de S. Esteban, día de Sta. Teresa,
15 de Octubre de 1924.
Fr. Juan G. Arintero, O. P.
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P.
I N T R O D U C C I Ó N
LA VIDA MÍSTICA Y LA VIDA SOBRENATURAL (1)
LA VIDA SOBRENATURAL, en sentido lato, es la misma vida
cristiana, la divina vida de gracia, en cualquier grado
que se posea y de cualquier manera que se practique o
se viva, aunque sea tan remisa, tan humana, tan baja
y rastreramente, y tan ahogada de tendencias contrarias,
que apenas se den señales de ella.
Así la viven, expuestos a perderla a cada paso, muchísimos
cristianos que, olvidados de su dignidad de hijos
de Dios, suelen proceder en casi todo como los hijos
de este mundo; y por no darse cuenta del inestimable
tesoro que en sí mismos llevan, y no saber apreciarlo y
utilizarlo cual conviene, muy pronto llegan a quedar
despojados de él, cayendo y recayendo en pecados graves,
en los cuales suele sorprenderlos la muerte sin
claras señales de sincero arrepentimiento.
En un sentido más propio y menos lato, es esa mismísima vida
cristiana cuando empieza a mostrarse como
tal, con un proceder más o menos propio de hijos del
Altísimo, y que por lo mismo contrasta con los viles y
rastreros procederes del mundo; es decir, cuando se procura
de veras cultivarla y desarrollarla, ahogando o
superando cuantas tendencias se le opongan o traten de
impedirla; de tal suerte, que se logre vivir cual conviene,
con espíritu de fe, de un modo cada vez más digno
de nuestra santa vocación, progresando siempre de virtud
en virtud; cuando, en suma, "renunciando a la impiedad
y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria y justa y piadosamente, esperando el feliz cumplimiento
de las divinas promesas y el advenimiento glorioso
de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, que se entregó
a Si mismo por nosotros, para redimirnos de todo
pecado y purificarnos para Sí como pueblo acepto, seguidor
de buenas obras (Tit. 2, 12-14).
Finalmente, en sentido propio y estricto, es esa vida
de la gracia de N. S. cuando ya de hecho se vive de una
manera adecuada a ella, o tal como debe vivirse, que es
«sobrenaturalmente», o como dice Sto. Tomás, supra
modum humanum.—Y así la viven los que ya han alcanzado
del Eterno Padre « ser corroborados en la virtud
por su Espíritu, en el hombre interior, para que
Cristo more por la fe en sus corazones: arraigados ya
y cimentados en la caridad, para poder comprender
con todos los Santos, cuál sea la anchura y la longura
y la altura y la profundidad; y conocer también la caridad
de Cristo que sobrepuja a todo entendimiento,
para quedar así llenos de toda plenitud de Dios" (Eph.
3, 16 19).
Tal es el ideal que el Apóstol propone al verdadero
cristiano, cualquiera que sea su estado y condición.
CONTINUARÁ...
(I) Cf. La Vida Sobrenatural, núm. 1º (Enero 1921).
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P.
En estas dos últimas acepciones, la propia y la menos propia, es como nos proponemos estudiar y dar a
conocer la vida sobrenatural con sus inefables misterios y encantadoras maravillas, dejando para la moral
casuística los esbozos que en su primera acepción, o en sentido lato, pueda ofrecer mientras aún permanece
como paralizada, sin dar muestras apenas de nada sobrenatural...
La vida de la gracia es realmente vida divina, es una participación verdadera de la misma vida que eternamente
viven las tres Divinas Personas; es la vida eterna inmanente en los que son «nacidos de Dios" (l Joan. 3, 9; cf. ib. 13).
Puesto que la gracia santificante es «un ser divino que hace al hombre hijo de Dios y heredero del cielo»,
la vida sobrenatural que con ese nuevo ser recibimos es la propia de los hijos adoptivos del mismo Dios que
viven, o al menos procuran seriamente vivir, como tales, es decir, de un modo verdaderamente sobrenatural,
sobrehumano, divino, en que de tal suerte resplandece en ellos su luz—la luz de vida—que viendo sus buenas
obras los hombres, glorifiquen al Padre Celestial (Mt. 5, 16).
CONTINUARÁ...
Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: LA VERDADERA MÍSTICA TRADICIONAL, por Fr. Juan G. Arintero, O. P.
¡Cuán pocos son, pues, los cristianos que tal nombre merecen!
¡Cuan poquísimos los que así lucen, los que esa vida
misteriosa viven!... ¡Cuán pocos hay, aun entre los que
pasan por devotos y «ejemplares», que así vivan, como
debe vivir el justo (1), de su fe, es decir, sobrenaturalmente,
y que por lo mismo edifiquen de veras, que
alumbren y no entenebrezcan!...
Y por vivirla tan mal, de una manera tan remisa,
sin dar apenas señales de que tal tesoro escondido llevan,
por eso anda tan en tinieblas el mundo, por eso la
hoy llamada «piedad", en vez de ser útil para todo,
como lo es la piedad verdadera (2), resulta las más de
las veces tan estéril.
Los más de los que se dicen cristianos, y aun de los
que de tales se precian, son sí, hasta cierto punto, hijos
de Dios, pero viven como si no lo fueran, humanamente,
como los demás hombres, cuando no mundanamente
como los hijos de este siglo...; a semejanza del
niño, que es hombre, pero vive como un animalito y
aun sin gana a veces de llegar a ser lo que las nacientes
luces de su razón empiezan a dictarle. Mientras vivan
en gracia tienen como en germen en sus corazones
las virtudes infusas, con los siete dones del Espíritu
Santo y los carismas especiales que a cada cual suele
conferir este divino Espíritu para la común edificación
(3); pero tan encubiertos, tan sepultados y olvidados
suelen llevar estos ricos tesoros, que en vez de emplearlos
como deben, condúcense los más como el siervo perezoso
que mereció ser privado de su talento y arrojado
en las «tinieblas exteriores" (Mt. 25, 25 30).
CONTINUARÁ...
(1) Rom. 1, 17; Gal. 3, 11.
(2) I Tim. 4, 8.
(3] 1 Cor. 12, 7; I Petr. 4, 10.
Javier- Nombre de messages : 4271
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