LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
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LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
Han pasado por fin los cuarenta días de la
Purificación de María, y ha llegado el momento
de subir al Templo del Señor para presentar en
él a Jesús. Antes de seguir al Hijo y a la Madre
en este viaje a Jerusalén, detengámonos todavía
un momento en Belén, y meditemos con amor y
docilidad los misterios que van a realizarse.
LA LEY DE MOISÉS. — La Ley del Señor mandaba
que las mujeres de Israel, después de su
alumbramiento, permaneciesen cuarenta días
sin acercarse al templo; terminado este plazo,
debían ofrecer un sacrificio para quedar
purificadas. Consistía éste en un cordero, destinado
a ser consumido en holocausto; a él debía
juntarse una tórtola o una paloma, ofrecidas por
el pecado. Y si la madre era tan pobre que no
podía disponer de un cordero, había permitido
el Señor que lo reemplazase por otra tórtola u
otra paloma.
Otro precepto divino declaraba propiedad del
Señor a todos los primogénitos, y ordenaba la
manera de rescatarlos. El precio del rescate eran
cinco siclos, que en el peso del santuario, representaban
cada uno veinte óbolos.
OBEDIENCIA DE JESÚS Y DE MARÍA. — María, hija
de Israel, había dado a luz; Jesús era su primogénito,
¿Permitiría que cumpliese la Ley, el respeto
debido a tal nacimiento y a tal primogénito?
Si consideraba María las razones que habían
movido al Señor a obligar a las madres a purificarse,
podía ver claramente que aquella ley no
rezaba con ella, ¿qué relación podía tener con
las esposas de los hombres la que era santuario
purísimo del Espíritu Santo, Virgen al concebir
a su Hijo, Virgen en su inefable alumbramiento,
siempre pura, pero más pura aún después de haber
llevado en su seno y haber dado al mundo al
Dios de la santidad? Si miraba la condición de
su Hijo, aquella majestad del Creador y del soberano
Señor de todas las cosas, que se había
dignado nacer de ella, ¿cómo había de pensar
que semejante Hijo pudiera estar sujeto a la humillación
del rescate, como un esclavo que no se
pertenece a sí mismo?
Con todo eso, el Espíritu que moraba en María,
le revela que debe cumplir con este doble
precepto. Es necesario, a pesar de su dignidad
de Madre de Dios, que se mezcle con la multitud
de las madres ordinarias que acuden al Templo,
para recobrar en él, con un sacrificio, la pureza
perdida. Además el Hijo de Dios e Hijo del hombre
debe ser considerado en todo como un siervo;
es preciso que sea rescatado a este título, como
el título de los hijos de Israel. María adora profundamente
esta soberana voluntad y se somete
a ella de todo corazón.
Dom Prospero Gueranger, EL AÑO LITÚRGICO
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Javier- Nombre de messages : 4271
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Date d'inscription : 26/02/2009
Re: LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
Los designios del Altísimo habían determinado
que el Hijo de Dios no se revelara a su pueblo
sino por grados. Después de treinta años de vida
oculta en Nazaret, donde como dice el Evangelista,
era tenido como hijo de José, un gran Profeta
debía anunciarle a los Judíos llegados al
Jordán para recibir en él el bautismo de penitencia.
Pronto sus obras y milagros darían testimonio
de El. Después de las afrentas de su Pasión,
resucitaría glorioso, confirmando de este
modo la verdad de sus profecías, la eficacia de
su Sacrificio, y también su propia divinidad. Hasta
entonces casi todos los hombres ignoraban que
la tierra poseía a su Salvador y a su Dios. Los
pastores de Belén no habían recibido orden, como
más tarde los pescadores de Genesaret, de
llevar la Buena Nueva hasta las extremidades de
la tierra; los Magos habían vuelto a Oriente, sin
pasar por Jerusalén, conmovida un momento con
su llegada. Semejantes prodigios, que tanta trascendencia
tuvieron para la Iglesia después de
realizada la misión de su Divino Jefe, no habían
hallado eco, ni fiel recuerdo, sino en el corazón
del algunos verdaderos Israelitas que esperaban
la salvación por medio de un Mesías pobre
y humilde; el Nacimiento de Jesús en Belén
debía permanecer ignorado de la mayor parte de
los Judíos, pues los Profetas habían anunciado
que se le llamaría Nazareno.
El plan divino había exigido que María fuese
la Esposa de José, como amparo de su virginidad
a los ojos del pueblo; exigía también que
esta purísima Madre acudiese como las demás
mujeres de Israel a ofrecer el sacrificio de la purificación,
por el nacimiento del Hijo, que debía
ser presentado en el templo como hijo de María,
la esposa de José. De este modo se complace la
divina Sabiduría en manifestar que sus pensamientos
no son nuestros pensamientos, y echa
por tierra nuestros vanos prejuicios, en espera
del día en que descorra el velo y se muestre a las
claras a nuestros maravillados ojos.
María acató amorosamente la voluntad divina
en ésta como en las demás circunstancias de
su vida. No pensó la Santísima Virgen que obraba
contra la honra de su hijo, ni contra el mérito
de su propia integridad, al acudir en busca
de una externa purificación que no necesitaba.
En el Templo, fué la esclava del Señor, como lo
había sido en su casita de Nazaret, cuando la
visita del Angel. Obedece a la Ley, porque las
apariencias la declaran sujeta a ella. Su Dios
y su Hijo sometíase al rescate como el último
de los hombres; había obedecido ya al edicto de
Augusto para el censo universal; debía ser "obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz" la Madre
y el Niño humilláronse al mismo tiempo; y
el orgullo del hombre recibió este día una de las
más grandes lecciones que se le han dado.
EL VIAJE.— ¡Admirable viaje el de María y
José, desde Belén a Jerusalén! Va el divino Niño
en brazos de su Madre, quien le aprieta contra
su corazón a través de todo el trayecto. El
cielo, la tierra, la naturaleza entera quedan santificados
por la dulce presencia de su Creador.
Los hombres por entre quienes pasa aquella madre
cargada con tan tierno fruto, la consideran
unos con indiferencia, otros con simpatía, pero
ninguno sospecha siquiera, el misterio que ha de
salvarlos a todos.
José lleva el don que debe ofrecer la madre
al sacerdote. Su pobreza no les ha permitido
comprar un cordero; por lo demás, ¿no es Jesús
el Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo? La Ley señala la tórtola o la paloma para
suplir la ofrenda que no podía presentar una
madre pobre. Lleva también José los cinco siclos,
precio del rescate del primogénito; porque
realmente es el Primogénito, el Hijo único de
María, el que se dignó hacernos hermanos suyos,
y participantes de la naturaleza divina al asumir
la nuestra.
Dom Prospero Gueranger, EL AÑO LITÚRGICO
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Re: LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
JERUSALÉN. — Por fin entra la sagrada familia
en Jerusalén. Visión de paz significa el nombre
de esta ciudad; el Salvador va a ofrecerla la paz
con su presencia. Admiremos qué magnífica progresión
existe en los nombres de las tres ciudades
que se relacionan con la vida mortal del Redentor.
Es concebido en Nazaret, que significa
la flor, porque como dice el Cantar de los Cantares,
El es la flor de los campos y el lirio de los
valles; su divino aroma nos encanta. Nace en Belén,
la casa del pan, para ser alimento de nuestras
almas. En Jerusalén se ofrece sobre la cruz
en sacrificio, y con su sangre, restablece la paz
entre el cielo y la tierra, la paz entre los hombres,
la paz en nuestras almas. Hoy, como veremos
en seguida, nos va a dar las arras de esta paz.
EL TEMPLO. — Prestemos atención, mientras
sube María las gradas del Templo, llevando consigo
cual Arca viva, su divina carga; porque va
a realizarse una de las más célebres profecías,
una de las que mejor manifiestan uno de los
principales caracteres del Mesías. Al traspasar
el umbral del Templo, Jesús, concebido de una
Virgen, nacido en Belén conforme estaba anunciado,
adquiere un nuevo título a nuestra adoración.
Este Templo no es ya el célebre de Salomón,
que fue presa de las llamas en tiempo de la cautividad
de Judá. Es el segundo Templo construído
a la vuelta de Babilonia; su esplendor no ha
llegado a la magnificencia del antiguo. Por segunda
vez será derruido antes de finalizar el
siglo; y se comprometerá la palabra del Señor,
para que no quede piedra sobre piedra. Ahora
bien, el Profeta Ageo, para consolar a los Judíos
vueltos del destierro, que se lamentaban de no
poder elevar al Señor una casa semejante a la
edificada por Salomón, les dijo las siguientes palabras
que debían servir para fijar la época de la
venida del Mesías: "Anímate, Zorobabel, dice el
Señor; anímate, Jesús, hijo de Josedec Sacerdote
supremo; anímate pueblo de la región, porque
mira lo que dice el Señor: Un poco más de tiempo
y conmoveré el cielo y la tierra, y conmoveré
todas las naciones, y vendrá el Deseado de todos
los pueblos, y llenaré de gloria esta casa. Y la
gloria de esta segunda casa será mayor que la de
la primera, y en este lugar daré la paz, dice el
Señor de los ejércitos."
Ha llegado ya la hora de la realización de esta
profecía. El Emmanuel ha salido de su descanso
de Belén, se ha manifestado en público y ha
venido a tomar posesión de su casa en la tierra;
con su sola presencia en el recinto del segundo
Templo, ha sobrepasado con mucho la gloria del
Templo de Salomón. Aún ha de visitarlo varias
veces; pero, para el cumplimiento de la profecía
es suficiente la entrada que hace hoy en brazos
de su Madre; desde este momento comienzan a
desvanecerse las sombras y las figuras que envolvían
a este templo, al calor de los rayos del Sol
de la verdad y de la justicia. La sangre de las
víctimas, teñirá aún algunos años, los cuernos del
altar; pero el Niño que lleva en sus venas la sangre
de la Redención del mundo se adelanta ya
en medio de todas esas víctimas degolladas, hostias
impotentes. Entre la multitud de sacrificadores,
en medio de aquella turba de hijos de Israel
que se aglomera en los diversos apartados
del Templo, algunos aguardan al Libertador, y
saben que la hora de la libertad está próxima;
pero ninguno de ellos se ha dado cuenta de que
en aquel preciso momento ha entrado en la casa
de Dios el Mesías.
No obstante eso, no debía cumplirse un acontecimiento
tan extraordinario sin que obrase el
Eterno un nuevo prodigio. Los pastores habían
sido llamados por el Angel, la estrella había
atraído a Belén a los Magos del Oriente; ahora
el mismo Espíritu Santo va a proporcionarnos
un testimonio nuevo e inesperado.
Dom Prospero Gueranger, EL AÑO LITÚRGICO
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Re: LA PURIFICACION DE LA SANTISIMA VIRGEN (2 DE FEBRERO)
EL SANTO ANCIANO. — Vivía en Jerusalén un
anciano, y su vida tocaba ya a su fin; mas, este
varón de deseos, llamado Simeón, había sabido
mantener viva en su corazón la esperanza del
Mesías. Presumía que se acercaba ya su tiempo,
y en premio a su esperanza, el Espíritu Santo
le había hecho sentir que no se cerrarían sus
ojos sin haber visto aparecer en el mundo la luz
divina. Al tiempo que María y José subían las
gradas del Templo, llevando al altar al Niño de
la promesa, Simeón se siente movido interiormente
por la fuerza del Espíritu divino; sale de
su casa y se dirige hacia el Templo. Ante el umbral
de la casa de Dios, sus ojos han reconocido
a la Virgen profetizada por Isaías, y su corazón
vuela hacia el Niño que tiene en sus brazos.
María, advertida por el mismo Espíritu, deja
acercarse al anciano; deposita en sus trémulos
brazos el tierno objeto de su amor y la esperanza
de la salvación de los hombres. ¡Feliz Simeón,
símbolo del mundo antiguo, envejecido en la espera
y próximo a fenecer! Apenas ha recibido
el dulce fruto de la vida cuando se renueva su
juventud como la del águila; realizase en él la
transformación que debe también operarse en la
raza humana. Abrese su boca, resuena su voz,
y da testimonio como los pastores en la región
de Belén, como los Magos del lejano Oriente. "Oh
Dios, dice, mis ojos han visto ya al Salvador que
tenías preparado. Por fin luce la luz que ha de
iluminar a los Gentiles, y que ha de ser la gloria
de tu pueblo de Israel."
LA PROFETISA ANA. — Mas, he aquí que se acerca
también la piadosa Ana, hija de Fanuel, movida
por el mismo Espíritu. Los dos ancianos,
representantes de la antigua sociedad unen sus
voces y celebran la venida del Niño que va a renovar
la faz de la tierra, y la misericordia de
Dios que da por fin la paz al mundo.
En esa paz tan deseada va a dormirse Simeón.
Oh Señor, ya puedes dejar marchar en paz
a tu siervo, según tu palabra, dice el anciano; y
en seguida su alma, libre de los lazos corporales,
va a llevar a los elegidos que descansan en el
seno de Abrahán la noticia de la paz que ha aparecido
en la tierra, y que pronto les abrirá los
cielos. Ana sobrevirá todavía algún tiempo a
esta grandiosa escena; según el Evangelista, es
necesario que anuncie la realización de las promesas
a los Judíos espirituales que esperaban la
Redención de Israel. Había que entregar a la
tierra una semilla; arrojáronla los pastores, los
Magos, Simeón y Ana; a su tiempo germinará; y
cuando hayan transcurrido los años oscuros que
deberá pasar el Mesías en Nazaret, y venga ya
para la recolección, podrá decir a sus discípulos:
Mirad cómo blanquea en los campos el trigo ya
maduro: rogad al Señor de la mies para que envíe
operarios para la recolección.
Devuelve, pues, el feliz anciano a los brazos
de la purísima Madre, al Hijo que ésta va a ofrecer
al Señor. Presentan las aves al sacerdote,
quien las sacrifica en el altar, entregan el precio
del rescate; han realizado una obediencia perfecta;
después de tributar sus homenajes al Señor,
baja María las gradas del Templo, estrechando
contra su corazón al divino Emmanuel, acompañada
por su fiel esposo.
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