LE SAINT ABANDON (Dom Vital Lehodey)

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LE SAINT ABANDON (Dom Vital Lehodey)  - Page 6 Empty Re: LE SAINT ABANDON (Dom Vital Lehodey)

Message  Javier Sam 06 Avr 2019, 1:27 pm

Mi querida Monique, creo que usted ha vuelto a traducir el párrafo de ayer.

Éste es el párrafo que yo he añadido hoy:

Artículo 3º.- La práctica de las virtudes

Dios no deifica la sustancia de nuestra alma por la gracia
santificante, y nuestras facultades por las virtudes infusas y los
dones del Espíritu Santo, sino para hacernos producir actos
sobrenaturales, como se planta un árbol frutal para que nos dé
frutos. Si nuestro Señor nos ha dado el precepto y el ejemplo,
si nos intima sus amenazas y sus promesas, si nos prodiga
sus gracias exteriores e interiores, es tan sólo para hacernos
practicar la virtud, que huyamos del pecado y consigamos la
vida eterna. Porque la práctica de las virtudes es el único
camino de salvación y de perfección para los adultos, es
también el fin próximo de la vida espiritual, es un ejercicio
esencial, que unas veces es obligatorio y otras voluntario, es,
en fin, la tarea que Dios asigna a nuestra actividad y ha de ser
también el trabajo de toda la vida, pues las virtudes son
numerosas, complejas e indefinidamente perfectibles.

Como la práctica de las virtudes pertenece, dice Bossuet,
«a la voluntad significada, es decir, al expreso mandamiento
de Dios, no hay en ella abandono ni indiferencia que practicar,
y sería impiedad abandonarse a no adquirir virtudes o estar
indiferente para tenerlas». Y San Francisco de Sales se
expresa en idénticos términos: «Dios nos ha ordenado -dice- hacer
cuanto podamos por adquirir las virtudes; así es que no
olvidemos nada a fin de salir bien en esta santa empresa»; y
añade en otra parte que podemos desearlas y pedirlas, y
hasta es más, lo debemos hacer de un modo absoluto y sin
condición alguna.

Puesto que la práctica de las virtudes pertenece a la
voluntad de Dios significada, debemos consagramos a ellas
según los principios de la ascética cristiana, con la gracia
desde luego, mas por propia determinación y sin esperar a
que Dios, mediante las disposiciones de su Providencia, nos
coloque en condiciones de hacerlo y nos declare de nuevo su
voluntad, puesto que nos es ya suficientemente conocida, y
esto basta. Labor nuestra es suscitar las ocasiones y utilizar
las que nos ofrecen nuestras santas Reglas y los
acontecimientos, pudiendo, además, multiplicar los actos de
virtud sin ocasiones exteriores. No hay, pues, lugar al
abandono en cuanto a la esencia de esta práctica, pero tendrá
lugar en muchas cosas, como el grado, la manera y ciertos
medios.

CONTINUARÁ...

Lo verá usted mucho más detalladamente en mi publicación original en español. Si tiene alguna consulta, no dude usted en escribirme. sunny
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Message  Monique Sam 06 Avr 2019, 4:08 pm

Javier a écrit:Mi querida Monique, creo que usted ha vuelto a traducir el párrafo de ayer.

Éste es el párrafo que yo he añadido hoy:

Artículo 3º.- La práctica de las virtudes

Dios no deifica la sustancia de nuestra alma por la gracia
santificante, y nuestras facultades por las virtudes infusas y los
dones del Espíritu Santo, sino para hacernos producir actos
sobrenaturales, como se planta un árbol frutal para que nos dé
frutos. Si nuestro Señor nos ha dado el precepto y el ejemplo,
si nos intima sus amenazas y sus promesas, si nos prodiga
sus gracias exteriores e interiores, es tan sólo para hacernos
practicar la virtud, que huyamos del pecado y consigamos la
vida eterna. Porque la práctica de las virtudes es el único
camino de salvación y de perfección para los adultos, es
también el fin próximo de la vida espiritual, es un ejercicio
esencial, que unas veces es obligatorio y otras voluntario, es,
en fin, la tarea que Dios asigna a nuestra actividad y ha de ser
también el trabajo de toda la vida, pues las virtudes son
numerosas, complejas e indefinidamente perfectibles.

Como la práctica de las virtudes pertenece, dice Bossuet,
«a la voluntad significada, es decir, al expreso mandamiento
de Dios, no hay en ella abandono ni indiferencia que practicar,
y sería impiedad abandonarse a no adquirir virtudes o estar
indiferente para tenerlas». Y San Francisco de Sales se
expresa en idénticos términos: «Dios nos ha ordenado -dice- hacer
cuanto podamos por adquirir las virtudes; así es que no
olvidemos nada a fin de salir bien en esta santa empresa»; y
añade en otra parte que podemos desearlas y pedirlas, y
hasta es más, lo debemos hacer de un modo absoluto y sin
condición alguna.

Puesto que la práctica de las virtudes pertenece a la
voluntad de Dios significada, debemos consagramos a ellas
según los principios de la ascética cristiana, con la gracia
desde luego, mas por propia determinación y sin esperar a
que Dios, mediante las disposiciones de su Providencia, nos
coloque en condiciones de hacerlo y nos declare de nuevo su
voluntad, puesto que nos es ya suficientemente conocida, y
esto basta. Labor nuestra es suscitar las ocasiones y utilizar
las que nos ofrecen nuestras santas Reglas y los
acontecimientos, pudiendo, además, multiplicar los actos de
virtud sin ocasiones exteriores. No hay, pues, lugar al
abandono en cuanto a la esencia de esta práctica, pero tendrá
lugar en muchas cosas, como el grado, la manera y ciertos
medios.

CONTINUARÁ...

Lo verá usted mucho más detalladamente en mi publicación original en español. Si tiene alguna consulta, no dude usted en escribirme. sunny

Embarassed ¡probablemente estoy durmiendo con gasolina! Sleep
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Message  ROBERT. Dim 07 Avr 2019, 10:20 am

Monique a écrit:
Spoiler:
 Embarassed ¡probablemente estoy durmiendo con gasolina! Sleep
Especialmente, querida Monique, esa gasolina no se da ...
ROBERT.
ROBERT.

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Message  Monique Dim 07 Avr 2019, 11:20 am

ROBERT. a écrit:
Monique a écrit:
Embarassed ¡probablemente estoy durmiendo con gasolina! Sleep
Especialmente, querida Monique, esa gasolina no se da ...

además.... Shocked
Monique
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Message  ROBERT. Dim 07 Avr 2019, 11:26 am

Monique a écrit:
ROBERT. a écrit:
Monique a écrit:
Embarassed ¡probablemente estoy durmiendo con gasolina! Sleep
Especialmente, querida Monique, esa gasolina no se da ...

además.... Shocked

¿Quieres decir: entre otros?
ROBERT.
ROBERT.

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Message  Monique Dim 07 Avr 2019, 12:04 pm

ROBERT. a écrit:
Monique a écrit:
ROBERT. a écrit:
Monique a écrit:
Embarassed ¡probablemente estoy durmiendo con gasolina! Sleep
Especialmente, querida Monique, esa gasolina no se da ...

además.... Shocked

¿Quieres decir: entre otros?

exactamente, entre otras! Smile
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Message  Monique Lun 08 Avr 2019, 10:22 am

1º.- Le degré de vertu. ''Cela dépend à la fois
de l'homme et de la grâce",
dit le père
Gaudier. Nous pouvons donc, et nous devons
même faire les plus grands efforts pour
l'augmenter sans cesse, en nous contentant,
cependant, de la mesure qui bouche la Bonté
divine.
C'est pourquoi, si nous constatons
que notre progrès est diminué ou paralysé, si
nous parvenons à omettre des œuvres de vertu
et même à tomber positivement dans quelque
défaut, nous devons nous affliger d'avoir échoué
dans la grâce et de ne pas avoir répondu aux
désirs de Dieu. Mais puisqu'Il a jugé opportun de
permettre cette chute ou de mettre cette limite
à notre progrès afin de procurer Sa gloire et
notre humiliation et de punir aussi notre
négligence, il est absolument nécessaire de
conformer notre volonté à Sa volonté. Nous
déclarons, cependant, avec ce pieux auteur,
que "si nous ne nous élevons pas plus haut,
c'est généralement à cause de notre culpabilité :
la grâce abonde en toute âme fidèle, mais nous
n'avons pas un idéal assez élevé, et nous
manquons de courage et de persévérance.''


2º.- Les façons défectueuses de pratiquer la
vertu. A l'orgueil secret, le besoin de jouir, la
peur de la souffrance, peuvent en effet s'y
mêler. Il appartient à la mortification
chrétienne de mettre de l'ordre, mais la
Providence se fera un plaisir de nous donner
les moyens de le faire. Citons quelques
exemples : Il y a surtout la manière égoïste
de nous chercher dans les diverses
consolations, dans nos exercices de dévotion
et même dans le progrès de nos vertus. Dieu
nous gouvernera de telle manière qu'Il nous
enlèvera progressivement ces attachements,
afin que, avec plus de pureté et de simplicité,
nous n'ayons plus envie que de la bénédiction
de Sa divine Majesté, et que nous cultivions
désormais les vertus ; "non parce qu'elles
nous sont agréables, honorables et destinées
à satisfaire l'amour que nous avons pour
nous, mais parce qu'elles sont agréables à
Dieu, utiles à son honneur et destinées à
Sa gloire"
.
Ainsi, même les âmes les
plus sélectes ressentent l'aridité, tourmentées
par mille répugnances et difficultés, brisées
et annihilées par le sentiment de leur
impuissance et de leurs misères.Dieu veut
les dépouiller d'orgueil et de sensualité, afin
qu'ils apprennent à Le servir seulement et par
pur esprit de foi.

A SUIVRE...

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Message  Monique Mer 10 Avr 2019, 11:58 am

Il y a aussi le chemin agité et précipité.
Beaucoup, après avoir décidé de se
perfectionner en acquérant des vertus,
voudraient les posséder toutes à la fois,
comme si aspirer à la perfection
suffisait pour les posséder sans travail.
Dieu exige que nous fassions de notre
mieux pour la fidélité en préservant
chaque vertu selon notre condition et
notre vocation.
Il veut que nous nous
habituions à nous habituer à la perfection
par degrés avec un cœur tranquille
. Dans
la mesure où il cherche à l'atteindre tôt ou
tard, il demande que nous la laissions à sa
Providence ; et il nous conduira doucement,
afin que nous modérions l'impatience de
nos désirs et que nous nous maintenions en
humilité.


3º. - Quelques moyens de pratiquer la vertu.
Dieu se réserve le droit d'intervenir à son
propre moment et à sa guise, pour aplanir
les obstacles, susciter des occasions et
faciliter le travail. Il le fait pour chaque
événement de son choix, employant tous les
hommes dans l'intérêt de sa gloire, "mais
certains dans l'action plutôt que dans la
souffrance, d'autres par le martyre, la
persécution, la mortification volontaire, la
maladie, etc.
. Notre rôle est de nous
rendre indifférents à toutes ces choses et
d'attendre la bénédiction divine,[i] puis
d'embrasser sa sainte volonté et de la
resserrer avec amour pour qu'elle
apparaisse clairement.
N'est-elle pas
souveraine, sage, paternelle et en bonne
santé ? D'autre part, personne n'a le droit
de demander à Dieu pourquoi il nous met
ici ou pourquoi il ne nous conduit pas
d'une autre manière.
Nous pouvons
encore moins exiger de Lui certaines de
ces interventions spéciales, dans
lesquelles Son action singulièrement
puissante illumine, brûle, transforme les
âmes, ou du moins leur fait faire un
progrès sensible en peu de temps et
comme sans effort de Sa part. Sainte
Thérèse en plusieurs endroits de sa vie
signale des cas de ce genre. En
particulier, elle raconte comment le
premier enlèvement avec lequel le
Seigneur l'a favorisée l'a soudainement
détachée de certaines amitiés très
innocentes, mais auxquelles elle était
très attachée, et comment, plus tard, il
lui a été impossible d'en établir d'autres
dont Dieu ne fut pas le seul lien. Mais
ces montées rapides, ces illuminations
soudaines, ces transformations
surprenantes ne sont que de très rares
exceptions. Dieu, nous ayant dotés
d'intelligence et de libre arbitre, mettant
sa grâce à notre disposition, "nous a
laissés entre les mains de notre conseil"
;
et c'est donc à notre activité spirituelle
que nous devons exiger la pratique des
vertus. Il serait très imprudent et même
insensé que quiconque, s'appuyant sur
des interventions extraordinaires de Dieu,
néglige l'initiative personnelle et
s'endorme dans la paresse.

A SUIVRE...

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Message  Monique Sam 13 Avr 2019, 5:22 pm

Article 4º - La fuite du péché

"La vie de l'homme sur terre est un combat."
Jour et nuit, les ennemis à l'intérieur et à
l'extérieur nous attendent, essayant de nous
voler le trésor de nos vertus, et même de la
grâce et de la gloire. Il faut veiller, prier,
combattre sans relâche, rejeter sans cesse les
assauts de l'enfer, découvrir ses artifices, tenir
à distance nos mauvaises inclinations et nos
passions désordonnées, qui sont en intelligence
avec lui ; et s'il a su pénétrer nos rangs pour le
péché, le chasser pour la pénitence, réparer les
conséquences de notre faute, prévenir une
nouvelle offensive, préparer la victoire finale
par la vigilance et un courage toujours alerte,
et puisque nous sommes la faiblesse elle-même,
nous devons appeler la toute puissance divine
pour nous aider.
La lutte est une nécessité
absolue et ne doit pas se terminer sans la vie.
Le
jour où nous cesserons de combattre, le péché nous
envahira comme un ennemi acharné, et il se précipitera
sur un pays qui a cessé d'opposer une résistance
victorieuse. De plus, gardons à l'esprit ce qu'il en coûte
de se détacher de tout et de s'établir solidement dans
la pureté du cœur et dans la paix de l'âme ; il faut donc,
une fois acquis, la préserver à tout prix.


"Notre-Seigneur ne cesse d'exhorter, de
promettre, de menacer, de défendre, de
commander et d'inspirer, afin d'enlever notre
volonté du péché, dans la mesure où cela peut se
faire sans enlever notre liberté.''
La volonté divine
nous a été signifiée mille fois et sous toutes ses
formes, et devant une telle volonté divine
clairement connu dans des choses d'une telle
importance primordiale, l'indifférence serait
criminelle.
Il est donc nécessaire de se résoudre
à dse battre sans trêve ni repos et d'entrer en
combat, sans rien attendre d'autre que la grâce
promise à la prière et à la fidélité.

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Message  Monique Dim 14 Avr 2019, 10:38 am

Il ne fait aucun doute que Dieu pourrait venir à
notre aide par l'une de ces interventions
puissantes qui cèdent à l'âme et la changent
avec une étonnante disponibilité ; et il en est de
même pour Madeleine, la pécheresse
scandaleuse, se transforme en un moment et
devient merveilleusement pure ; c'est ainsi que
Pierre, après son triple déni, tombe sur le regard
de Jésus et commence à verser des larmes qui
ne doivent jamais cesser ; comme le bon voleur,
jusque-là malfaiteur et blasphémateur, il effectue
au dernier moment une conversion complète et
reçoit de la bouche du Sauveur la sécurité la plus
consolante ; c'est ainsi que les Apôtres, autrefois
timides et imparfaits, sont confirmés dans la
grâce et remplis d'un courage sans peur le jour
de la Pentecôte ; comme Saul, l'ardent
persécuteur, il tombe prostré sur le chemin de
Damas et sera bientôt converti en apôtre non
moins ardent. Dieu pourrait sans difficulté nous
faire passer en un instant du péché ou de la
tiédeur aux dispositions les plus saintes, car en
Sa puissance sont toutes ces merveilleuses
transformations, mais, comme le dit Saint
François de Sales, "elles sont aussi
extraordinaires en grâce que la résurrection des
corps dans la nature ; heureusement, nous ne
devons pas les prétendre".
De même, Dieu
peut calmer les âmes qu'Il voit dans la détresse
ou d'autres dispositions pénibles, et le faire
avec une seule de Ses paroles, et les établir
soudainement dans l'état dans lequel Il les veut.
Faites-le plusieurs fois, mais ce n'est pas votre
méthode habituelle.
Il préfère que "la purge et
la guérison ordinaires, que ce soit des corps ou
des esprits, se fassent petit à petit,
progressivement, pas à pas, et entre les
difficultés et les goûts.''


Dieu juge plus glorieux pour nous et pour Lui
de ne pas nous sauver sans nous, ou que notre
perdition dépend de nous. S'il nous préservait,
s'il nous convertissait, s'il nous transformait
presque sans travail de notre part,
où serait
notre mérite ?
Au contraire, nous laisser plus de
temps à notre propre détermination exige de
nous plus d'efforts, mais nous offre avec honneur
et mérite une source d'inspiration le progrès
incessant par la vigilance, la prière, le combat,
pénitence, humilité, mortification chrétienne.

Nous ayant créés libres, il nous gouverne
librement, jugeant préférable de tirer le bien du
mal, au détriment de notre liberté. Il veut que
nous luttions contre nos mauvais penchants, nos
passions désordonnées et nos ennemis de
l'extérieur.
Celui qui a tracé le chemin pour nous,
nous offrira sa grâce, nous récompensera selon
nos œuvres; mais laissez-nous agir. Il est
nécessaire de nous armer de courage pour le
combat, en adorant la Providence divine dans
cette disposition sacrée ", dans laquelle leur
sagesse brille en gouvernant des créatures libres,
leur générosité en récompensant le bien, leur
patience en supportant le mal, leur pouvoir les
convertir, ou du moins les appeler à l'ordre pour
que justice soit rendue, et enfin, le bien de sa
gloire qu'il trouve en toutes choses et qui ne
cherche que dans toutes ".
Mais obéissons en
même temps à sa volonté de sens, qui nous
ordonne d'abhorrer le péché, de l'éviter par la
vigilance, la prière et le combat ou de le
réparer par la pénitence.

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Message  Monique Lun 15 Avr 2019, 10:08 am

Article 5º : Respect des préceptes, vœux, règlements, etc.


Ayant déjà expliqué ce qui concerne la gloire éternelle, la vie
des lagunes, la pratique des vertus et la fuite du péché,
nous regroupons dans ce même article toutes les autres
questions relatives à la volonté de Dieu signifiée, telles que :
les préceptes de Dieu et de l'Église, les conseils évangéliques,
les devoirs d'état, et donc pour nos religieux, nos vœux,
nos Règles et l'ordre des supérieurs ; et enfin, les inspirations
de grâce, les exemples de Notre-Seigneur et des saints.

Puisque tout cela appartient à la volonté de Dieu signifiée, il
constitue le domaine propre de l'obéissance et non de
l'abandon. Elle constitue, en outre, le moyen que Dieu nous
donne pour fuir le péché, pour cultiver les vertus, pour vivre
par la grâce et pour rechercher la gloire ; et comme Il veut
la fin, Il veut aussi les moyens et les tient en grande estime.
Les autres restent optionnels, mais c'est Dieu lui-même qui
nous les propose, même si c'est Lui qui nous incite par ses
promesses et nous attire par sa grâce pour ne pas les
négliger. C'est ainsi, par exemple, qu'Il nous incite, en plus
des prières et des sacrifices obligatoirement évalués par nos
Règles, et au moyen des conditions requises, à faire quelque
chose de plus pour notre bonne volonté, et nous pousse à
multiplier les actes intérieurs des vertus, à suivre de plus
près les saints, notre doux et aimé Sauveur Jésus.

Par conséquent, pour accomplir toutes ces choses, du moins
en ce qui concerne leur caractère obligatoire, nous n'avons
pas besoin d'attendre que les événements nous déclarent la
volonté divine, ou qu'une motion spéciale de l'Esprit-Saint
nous incline à le faire, parce qu'elle nous est déjà bien
connue et, de plus, la grâce est à notre disposition. Nous
n'avons donc qu'à marcher par notre propre détermination,
en fixant constamment notre regard sur les préceptes, sur
nos lois monastiques et sur les autres signes de la volonté
divine, afin de régler chacun de nos pas en fonction de
celle-ci.

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Message  Monique Jeu 18 Avr 2019, 12:06 pm

 Nous ne devons toutefois pas nous en tenir à tous
ces principes. mais tant qu'ils continueront à être
la volonté de Dieu pour nous. S'il cesse de les
vouloir, ce n'est pas pour nous. Il est nécessaire de
nous détacher d'eux pour mettre toute notre
affection dans ce qu'Il veut dans le présent, et de
ne pas vouloir mais cela,
parce que certains
préceptes de Dieu ne sont pas si immuables qu'ils
ne puissent être modifiés par les circonstances ;
et
il en est de même des commandements de l'Église,
tels que, par exemple : la participation à la messe,
le jeûne et l'abstinence en cas de maladie. Raison
de plus pour que Dieu puisse modifier certaines de
nos obligations monastiques, en changeant notre
état de santé ou d'autres circonstances. Il peut
aussi, à sa guise, nous laisser ou nous retirer la
possibilité d'exercer telle ou telle pratique du libre
choix. Il est impossible pour un seul homme
d'observer tous les conseils évangéliques ou d'imiter
toutes les œuvres extérieures de Notre-Seigneur et
des saints. Il faut faire un choix, que Dieu laisse
habituellement à notre initiative, mais qu'Il fait
souvent. en se débarrassant de nous avec sa volonté
d'aider les autres, et c'est pour cette raison qu'il y
aura de plus en plus dans tout cela plus qu'il n'en faut
pour le Saint Abandon.

Dieu assigne à chacun le lieu du combat, les armes
et le service selon la vocation qu'il nous donne, ou
les circonstances dans lesquelles il nous place. Au
siècle, les observances du cloître ne peuvent être
pratiquées, et la vie strictement contemplative ne
soutient ni l'apostolat extérieur, ni la vie active les
occupations constantes de Marie.
L'indigence
dans le monde ou la pauvreté dans la vie
religieuse empêchent l'aumône, etc; et dans notre
vocation même, il y a un long horizon ouvert au
plaisir divin. En vertu de cela, Dieu confie les
hautes fonctions à l'un, tout en laissant à l'autre
son humble position, il accorde la santé à sa guise,
et avec elle la facilité de garder toutes les
observances ; mais, quand il lui semble, il enlève
la force et réduit à une impuissance totale ou
partielle.

Bref, il n'est pas possible de continuer tout seul.
Les exemples de Notre-Seigneur et des saints,
ni tous les conseils évangéliques, mais nous  

devons les estimer dans leur juste valeur, non
pas pour mépriser tout ce qui a amené les âmes
à la perfection, mais pour suivre seulement les
conseils et pratiques qui sont en harmonie avec
notre condition et notre vocation.
Nous
devons respecter scrupuleusement les
obligations qui nous incombent communs à tous
les chrétiens et les devoirs qui leur sont propres.
notre état, en adhérant de tout notre cœur à ces
moyens de sanctification tels que voulus par
Dieu, redoublant, s'il y a lieu, notre foi en Dieu,
nos efforts et l'esprit de foi pour ne pas nous
relâcher dans leur observance. Mais si les
dispositions du divin Ils nous montrent ainsi que
Dieu ne veut plus de nous aujourd'hui l'un ou
l'autre de ces moyens, et si tel est le sentiment
de ceux qui sont chargés de nous diriger,
débarrassons-nous d'eux, à la place de
ne
vouloir que ce que Dieu veut de nous aujourd'hui,

et ainsi compenser la perte de cette pratique par
un abandon filial au plaisir divin.

A SUIVRE...

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Message  Monique Sam 20 Avr 2019, 8:51 am

7. L'ABANDON DANS LES VARIÉTÉS SPIRITUELLES DE LA VIE ORDINAIRE

LA PRIVATION D'UNE CERTAINE AIDE SPIRITUELLE


Nous prenons de saint François de Sales
l'expression des variétés spirituelles et
l'utilisons pour signifier que tout ce qui
n'est pas essentiel à la vie surnaturelle
lui est uni comme l'accident à la
substance.

Dans le chapitre précédent, nous avons
passé en revue ce qui constitue le
fondement de la vie spirituelle, sa fin
essentielle, son essence et sa pratique
essentielle dans ce monde, ses moyens
essentiels. Quelle que soit la situation
dans laquelle Dieu nous place
, quelle
que soit la manière dont il nous conduit,
il sera toujours nécessaire de rechercher
la gloire éternelle, de vivre par la grâce ;

et pour cela, fuir le péché, pratiquer les
vertus à l'exemple de notre modèle divin
par les moyens qui nous sont assignés
par la volonté de Dieu signifiée, au moins
par ceux qui sont obligatoires pour
chacun de nous.
C'est la partie
invariable de la vie spirituelle ; il faut
donc la trouver chez chacun des fidèles,
quel que soit son âge, et c'est ce qui
communique à tous les enfants de Dieu
la même ressemblance familiale qui les
distingue.


Mais par-dessus tout ce fondement, on en
viendra à dessiner des traits particuliers
qui varient beaucoup d'une âme à l'autre,
et même chez une même personne à des
moments différents. Il y a des innocents et
des pénitents, des religieux et des laïcs,
des contemplatifs et des actifs, etc. Dieu
aime la variété dans l'unité ; c'est pourquoi
il multipliera les vocations à l'infini.

Selon la même Règle, sa grâce attirera de
préférence la pénitence ou la
contemplation, l'obéissance ou la charité. Par
sa volonté de bon plaisir, il disposera des
événements de la bonne fortune qui nous
mèneront à sa guise, dans la paix ou dans la
guerre, dans la sécheresse ou dans les
consolations, dans les chemins communs ou
dans le mysticisme. La base de la vie
spirituelle restera la même pour toutes les
âmes, mais les conditions accidentelles seront
très différentes pour les imprimer chacun sa
physionomie particulière.


Nous devons parler de cette diversité, mais
seulement dans la mesure où elle procède du
bon plaisir divin et donne lieu à l'abandon
sacré. Nous commencerons par celle que l'on
trouve dans tous les chemins ordinaires ou
mystiques, et ensuite nous parlerons de celle
qui est propre aux états mystiques.

A SUIVRE...
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Message  Monique Dim 21 Avr 2019, 11:06 am

 Nous avons déjà dit que la bénédiction
divine peut nous priver pour un certain
temps, ou pour toujours, de certains
moyens de sanctification,
ce qui sans
cette circonstance serait souhaitable et
même obligatoire. Ce sont, par exemple,
les personnes, les ressources, les
observances, les exercices de piété
et
les sacrements.


1º.- Des personnes ; un directeur, un
supérieur, un père, un ami, dont l'aide
pour nous était de la plus grande
importance dans l'ordre spirituel et que
Dieu nous enlève soit par la mort soit
par la séparation.

Ce n'est vraiment pas permis de
s'appuyer sur un homme comme si
c'était la première cause de notre
sanctification,
mais l'espérance peut être
placée en lui comme agent secondaire
et instrument de la Providence dans
cette sainte entreprise, et plus elle sera
remplie de l'esprit de Dieu et capable
de nous faire du bien, plus elle sera licite
et, dans une certaine mesure,
nécessaire, plus nous devrons compter
sur lui.
Il est nécessaire de recevoir
toute l'aide que Dieu nous donne, que ce
soit pour l'affection, l'édification ou la
direction, avec reconnaissance, mais en
nous tenant prêts à bénir Dieu s'il nous
l'enlève, comme nous le bénissons pour
nous l'avoir prêté ; certains que, si sous
le coup d'une épreuve généreusement
acceptée nous versons quelques larmes,
l'amour de Dieu, si jaloux soit-il ne nous
le reproche pas.


Il peut vous sembler que sans l'aide de
ce soutien, vous ne pourriez pas subvenir
à vos besoins. Cependant, vous devez
savoir que ce sage directeur, ce saint
supérieur, cet ami spirituel vous a été
donné alors qu'il vous a été très utile et
dans un certain point indispensable.
Mais
Dieu a cessé de vous aimer, n'est-il pas
encore votre Père, comment peut-il oublier
vos intérêts sacrés ? Croyez donc qu'il ne
vous abandonne pas.
Il est vrai que
le guide, dont vous pleurez la perte, vous
a amené ici avec bonheur ; mais savez-
vous s'il serait capable de vous conduire
sur le chemin que vous n'avez pas encore
parcouru ? Notre-Seigneur pouvait le dire
à ses apôtres,
sans doute, parce qu'ils
l'aimaient avec une affection sensible :

"C'est à votre avantage que je m'en vais,
car si je ne m'en vais pas, le consolateur
ne viendra pas vers vous ; et si je m'en vais,
je vous l'enverrai. Cet ami, ce directeur, est-
il pour vous plus nécessaire que Notre-
Seigneur ne l'était pour les Apôtres ? - Peut-
être direz-vous : c'est une punition pour mes
infidélités. Mais les châtiments d'un père
deviennent pour les enfants dociles un remède
sain : voulez-vous désarmer Dieu, émouvoir
son cœur, le forcer à vous remplir de nouvelles
grâces ? acceptez son châtiment, demandez
son aide ; et comme récompense pour votre
abandon confiant à sa volonté, il vous
fournira soit le guide dont vous avez
actuellement besoin,
soit il prendra en charge
votre direction.


A SUIVRE...

*Note de Javier : Cette section est fondamentale pour nous tous qui voulons nous consacrer au Seigneur d'une manière plus intime en ces temps apocalyptiques que nous avons dû vivre. Aujourd'hui plus que jamais, la direction de l'Esprit-Saint sont totalement INDISPENSABLES pour nous permettre d'avancer dans la vie spirituelle. La lecture spirituelle combinée à la prière intense et à la pratique pieuse des vertus nous aidera à grandir de plus en plus dans une piété vraie et solide. C'est pourquoi nous avons tous besoin d'avoir une dévotion profonde et vive à la Très Sainte Trinité, et tout particulièrement à la Troisième Personne, ainsi qu'une dévotion très filiale et aimante à la Très Sainte Vierge Marie et à Son Chaste époux Saint Joseph. Souvenons-nous que la grâce sanctifiante est le plus grand trésor que Dieu puisse nous donner, et que, comme le dit à juste titre Saint Thomas d'Aquin, la grâce divine est plus précieuse que le monde entier et tout ce qu'il contient 1, alors apprenons à apprécier ce trésor IMMENSE que le Bon Dieu a mis dans notre âme, et faisons le porter davantage de fruits par des actions fréquentes, qui sont sous la conduite de la Grâce actuelle.


1 Somme. Theol. I-II, qu. 113, a. 9 et 2.

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Message  Monique Lun 22 Avr 2019, 11:37 am

Baltasar Álvarez, ayant un jour calculé le mal
causé par la perte de son directeur, a été dit
intérieurement : "Blessure à Dieu qui
s'imagine avoir besoin d'une aide humaine dont
il est privé sans faute de sa part. Celui qui, par
l'intermédiaire d'un homme, t'a conduit, veut
te conduire par lui-même ; à quoi bon te
lamenter ? Au contraire, c'est un avantage
marqué et un prélude à de grandes faveurs.
''

Saint Alphonse ajoute : "Notre sanctification n'est
pas l'œuvre de nos pères spirituels,
mais de Dieu.
Quand le Seigneur nous les accorde, il veut que
nous profitions de son ministère pour la direction
de notre conscience, mais quand il nous les
enlève, il veut que nous, loin d'être insatisfaits
d'eux, redoublions notre confiance en sa bonté
et lui parlions de cette manière :
Seigneur,
tu m'as soutenu, et tu me l'enlèves
maintenant, que ta volonté soit toujours faite,
mais maintenant viens à mon secours et
enseigne-moi ce que je dois faire pour te servir
fidèlement".
Bien entendu, cette confiance en
Dieu ne dispense pas de pratiquer les
diligences nécessaires pour trouver un autre
directeur, car "à Dieu qui prie et qui donne le
maillet".


Terminons avec le P. Saint-Jure :
"Dans la perte de personnes qui nous sont
utiles pour notre progrès spirituel, des fautes
notables sont souvent commises, ressentant
trop vivement leur séparation, ne se
soumettant pas suffisamment aux desseins
de Dieu pour ces personnes ; un témoignage
évident qu'il y avait un attachement excessif à
elles et qu'il y avait plus de dépendance envers
l'instrument qu'envers la cause principale.

il dépendait plus de l'instrument que de la
cause principale. Que ces directeurs vivent ou
meurent, l'âme qui aime sincèrement Dieu et
sa propre perfection doit dire, laisse-les aller
ou laisse-les rester ; tout, Seigneur, tout ce
que Vous voulez et comme Vous le voulez ;
c'est Vous qui m'avez envoyé ces guides,
Vous qui les retirez, Je ne voudrais pas les
retenir.
Votre volonté aimable et aimante
m'est plus chère que leur présence ; vous
m'avez instruit pour eux quand vous avez
voulu me les donner et je vous en remercie.

Maintenant que vous me les enlèverez, vous
saurez très bien m'instruire par les autres que
votre bonté paternelle daignera m'accorder
quand il le faudra comme je vous en supplie ;

ou bien, vous m'instruirez vous-même par ce
qui sera préférable".


Cette épreuve est d'autant plus douloureuse
que ceux que Dieu nous avait soutenus
cessent de nous soutenir, et se retournent
contre nous, menaçant de renverser nos
projets les plus coûteux. C'est ce qui est
arrivé à Saint Alphonse de Liguori quand il a
voulu fonder sa Congrégation. Il devait
rendre des services inestimables à l'Église, et
pourtant, dès que ses vieux frères se rendent
compte qu'ils vont le perdre, ils donnent libre
cours au rire à "leur mécontentement, leur
sarcasme, leur ironie aiguë contre le traître, le
déserteur, l'ingrat qui les abandonne."
 Ils
ont même essayé de le jeter hors de la
Propagande ; ils soulèvent l'opinion publique
contre lui, et ses meilleurs amis lui tournent le
dos. Ses administrateurs, bien qu'ils
l'approuvent, ne veulent plus prendre soin de
lui et la tendresse de son père l'oblige à subir
une agression redoutable. Ses premiers
disciples, refusant d'entrer dans sa ligne de
mire, encouragent le schisme et le laissent
presque seul. En un mot, à l'exception de son
Évêque et de son nouveau directeur, tous les
partisans lui font défaut, presque tous se
retournent contre lui. Au milieu de ce
déchaînement des langues, de ces discussions,
de ces séparations, Alphonse fait prier les
âmes saintes, et, pour connaître avec certitude
la volonté divine, il se tourne vers les conseillers
les plus sages, implore la lumière de Dieu par
des prières continues et des mortifications
effroyables. Avec cœur blessé, prosternez-vous
aux pieds du Jésus agonisant et avec Lui
s'exclame :
"Mon Dieu, que ta volonté soit faite !
"Persuadé que Dieu n'a besoin ni de lui ni de son
œuvre, mais lui ordonne de la poursuivre, il
s'efforce d'atteindre son but, même si c'est au prix
de se voir seul, et nous assure que Dieu n'a permis
toutes ces divisions que pour le bien supérieur. Les
événements qui ont suivi ces séparations prouvent
que Dieu leur a permis, non seulement de se purifier
par la tribulation de Saint Alphonse, mais aussi de
nombreuses autres âmes données à sa gloire, pour
être utilisées plus tard dans les œuvres de sa grâce.

"Tous ces roseaux deviennent sous ses mains des
arbres chargés d'excellents fruits."
La bienheureuse
Marie-Madeleine Postel a subi le même procès dans
des circonstances analogues.

A SUIVRE...

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Message  Monique Jeu 25 Avr 2019, 12:32 pm

Les ressources dont nous disposons pour l'accomplissement
du bien peuvent nous être enlevées par Dieu selon son bon
plaisir. Il peut ainsi nous priver de fortune, de santé, de bien
-être, de confort, de talents et de science ; il peut nous
abaisser s'il lui plait, nous annihiler, pour ainsi dire, pendant
un temps ou d'une manière définitive.
Traitant de
l'abandon des biens et maux temporels, nous avons parlé de
toutes ces choses et nous voulons mentionnez-les ici, dans la
mesure où ils sont les instruments du bien spirituel; et pour ne
pas répéter, nous dirons seulement que Dieu ne nous demande
pas les œuvres du passé, car il lui enlève le moyen de les
exécuter. Actuellement, il ne nous demande que de la patience
et de la démission, et souhaite même notre abandon total;

Grâce à cette sainte indifférence et à cette soumission
aimante, nous lui donnerons plus de gloire et utiliserons
davantage nos difficultés qu'au temps de l'abondance.


Proposons, comme le fait Saint François de Sales, l'exemple du
Saint Job. Ce grand serviteur de Dieu n'a été vaincu par
aucune affliction. Pendant que sa première prospérité durait, il
s'en servait pour répandre le bien de toutes ses mains, et
comme il le dit lui-même : "C'était un pied pour les boiteux, un
œil pour les aveugles, un refuge pour les affamés et un refuge
pour tous les affligés.''
Le voici maintenant réduit à l'extrême
pauvreté, totalement privé de ses enfants et de sa fortune. Il
ne se plaint pas que Dieu l'ait blessé dans ses affections les plus
chères, qu'il l'ait privé de continuer tant de bonnes œuvres. si
intéressant et si nécessaire en même temps ; il se résigne, et
devient abandonner.
Dans cet acte unique de patience et de
soumission, il montre plus de vertu, se rend plus agréable à
Dieu, que par les innombrables œuvres de charité qu'il a faites
en temps de prospérité.
"Parce qu'il est nécessaire d'avoir un
amour plus fort et généreux pour cet acte unique que pour tous les
autres ensemble.Nous aussi, "laissons notre Souverain Maître
nous dépouiller des moyens de réaliser nos désirs, aussi bons
soient-ils, quand Il veut bien nous en priver, sans jamais se plaindre
ou se lamenter comme s'Il nous faisait un grand grief."
En effet,
la patience et l'abandon compenseront en abondance le bien que
nous ne pouvons plus faire. Cette sainte indifférence à la santé, aux
talents et à la fortune, cette union aimante de notre volonté à Dieu,
la mort à nous-mêmes et la perfection de la vie spirituelle, n'y a-t-il
pas un moyen plus puissant d'attirer la grâce sur nous, sur nos
propres personnes et sur nos œuvres ?

A SUIVRE...

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Message  Monique Jeu 25 Avr 2019, 1:12 pm

Certaines observations régulières, certaines pratiques
personnelles peuvent devenir impossibles pendant une
période plus ou moins longue en raison d'une maladie,
de l'obéissance ou d'autres causes similaires. En outre,
il y a des pratiques qui nous auraient sans aucun doute
plu, et d'autres que nous n'avons jamais été capables
d'adopter, d'où elles peuvent très bien provenir,
certainement sans fondement, perturbations et
mécontentements. Une seule et même personne ne
pourra pas imiter toutes les vertus dont Notre-Seigneur
et les saints nous ont donné l'exemple ;
et donc, il
faudra se résigner à l'exercice de celles qui nous
correspondent dans l'ordre de la Providence.
Nous
ne pouvons donc jamais nous plaindre de la partie qu'Elle
nous a assignée, car le chemin qui se présente à nous
est très long. Si, avec une fidélité persévérante, nous
nous appliquons à remplir les devoirs qui nous incombent
en tant que chrétiens, ceux qui sont propres à notre
situation et à nos obligations quotidiennes, non seulement
dans leur ensemble, mais jusque dans les moindres
détails, nous avons plus que de quoi faire de nous de
grands saints.


Il est vrai que notre vocation nous prive d'un certain
moyen de sanctification que Dieu propose aux autres ;
mais
ce que nous perdons d'une part sera fidèlement compensé
d'autre part.
Ainsi, si la pauvreté ne me permet pas de faire
l'aumône corporelle, je ferai l'aumône spirituelle, et par
manque d'argent, je donnerai mes prières et mes sacrifices.
La vie contemplative m'interdit l'apostolat des œuvres
extérieures ; car je l'exercerai par les œuvres de la vie
intérieure, et au lieu de courir à travers le monde après les
pécheurs, ce sera près de Dieu où je traiterai de sa cause.
La vie active ne me laisse qu'une partie très maigre des
occupations douces et saintes de la vie contemplative ; je
me sanctifierai, cependant, en me sanctifiant par obéissance
et abnégation, par une intention pure et la pensée habituelle
de Dieu, en rendant mes œuvres dignes.
Si, de
notre côté, nous faisons le meilleur usage possible des
moyens que nous offre notre vocation, il suffira de nous
conduire à la perfection la plus élevée : n'y a-t-il pas eu des
saints dans tous les ordres religieux et dans toutes les classes
sociales ?
Il est vrai que certaines situations sont plus
favorables en elles-mêmes ; mais pour chacun de nous, seule
celle dans laquelle Dieu veut nous mettre est bonne.


La maladie m'empêche-t-elle de jeûner, de m'abstenir, de
participer à l'office divin?
peu importe. Je peux chanter les
louanges divines dans mon cœur, imposer une sévère
abstinence à mon jugement et à ma volonté, faire jeûner mes
yeux, ma langue, mon cœur, tous mes sens pour une
mortification plus exacte.
Ce que j'aurais gagné en
accomplissant mes devoirs en matière de santé, je le
dédommagerai en accomplissant fidèlement ceux qui m'ont été
imposés par ma maladie, tels que la patience, le détachement,
l'obéissance et l'abandon sacré.


Une obéissance ou toute autre cause semblable qui me prive
de certaines régularités communes, de certaines pratiques
privées, est une perte que je peux toujours réparer, en
accomplissant avec une grande résolution les devoirs de ma
nouvelle situation ; puis, "en m'appliquant à redoubler, non pas
mes désirs ou mes exercices, mais la perfection de les faire, en
cherchant ainsi à gagner plus avec un seul acte (comme, sans
doute, je peux en obtenir) qu'avec une centaine d'autres que je
pourrais faire pour mon propre choix et goût ''.


Après tout, la seule façon de grandir en vertu, n'est-ce pas de
laisser notre volonté de suivre la volonté de Dieu ?
A partir du
moment où nous sommes zélés pour nos obligations de
chrétiens, pour nos observances régulières et nos pratiques
privées, et où nous n'abandonnons ni l'un ni l'autre mais pour
le plaisir divin et non pour notre faute, pourquoi nous inquiéter ?
Dieu est celui qui fait tout ; et pour compenser la perte, il y a
mille moyens, dont le principal est précisément notre zèle à
renoncer à notre volonté de suivre la sienne, même dans les
choses qui nous semblent plus justes et plus saintes.

A SUIVRE...

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Message  Monique Ven 26 Avr 2019, 7:48 am

4º.- Notre vie est consacrée à la contemplation à travers les
exercices de piété qui sont comme la nourriture de
notre âme, et c'est là que l'obéissance, l'augmentation
du travail, la maladie surtout, viennent briser la chaîne
de nos pratiques pieuses. Vous ne pouvez plus entendre
la messe, même le dimanche, et vous êtes privés de la
nourriture sacrée de la Communion, et peut-être bientôt
votre état de faiblesse vous rendra-t-il incapable de prier.
Ne vous plaignez pas ; Notre-Seigneur veut que vous
preniez part à sa nourriture même, que vous ne
connaissez peut-être pas.


"Ma nourriture, vous dira-t-il, est de faire la volonté de
mon Père pour accomplir l'œuvre qu'il m'a confiée.''
Eh bien,
cette œuvre qu'il entend consommer en nous et avec nous
est notre perfection;
et pour cela nous devons mourir à
notre propre volonté, même en ce qui concerne la piété,
afin que seule la volonté de Dieu puisse régner en nous.

Baltasar Alvarez, à cause d'un empêchement, s'il devait
célébrer les Saints Mystères, Dieu lui donna cette réponse
intérieurement : "Cette action sainte peut vous être soit
très utile, soit très nuisible, selon que je l'approuve ou
non.''
Dans d'autres circonstances, Dieu lui dit : ma gloire
ne se trouve pas dans telle ou telle œuvre, mais dans
l'accomplissement de ma volonté ;
maintenant, "qui
peut mieux savoir que moi ce qui est le plus propice à
ma gloire ?''
Il ne fait aucun doute que nous devons
avoir le plus grand zèle pour nos exercices de piété,
spécialement pour la Messe (sèche) et la Sainte
Communion, (spirituelle en ces temps actuels. - Monique)
et de ne jamais les abandonner ni pour le déplaisir, ni pour
la sécheresse, ni pour aucune considération de ce genre ;
mais même en cela, il est nécessaire que notre piété soit
réglée selon la volonté adorable de Dieu, sinon elle
devient désordonnée.'' Il y a des âmes, dit Saint François
de Sales, qui, après avoir coupé tout l'amour qu'elles
professaient aux choses nuisibles, ne cessent de conserver
des amours dangereuses et superflues, devenant trop
attachées à ce que Dieu veut qu'elles aiment. ''

C'est pourquoi nos exercices de piété (qu'il faut
pourtant tant estimer) peuvent être aimés
désordonnés, lorsqu'ils sont préférés à l'obéissance
et au bien commun, ou considérés comme la fin
ultime, car ils ne sont que le moyen de notre
prétention filiale, qui est l'amour divin.


Une autre raison pour laquelle Dieu impose des
privations à notre piété est le mérite de la
souffrance.
Une religieuse n'avait pas pu pendant
trois jours visiter Notre-Seigneur dans le Tabernacle
sacré, entendre la messe ou communier, et elle
s'exclama : "Mon Dieu, ces trois jours, tu me les
rendras pour l'éternité, afin de m'indemniser. Pour
remplacer le pain eucharistique, tu m'as donné le
pain de souffrance.... On donne plus à Dieu dans la
souffrance que dans la prière."
La Croix est aussi
nécessaire. Un jour, Notre-Seigneur dit à ce même
religieux :
"Quand je veux conduire une âme au
sommet de la perfection, je lui donne la Croix et
l'Eucharistie ; les deux sont achevées. La Croix vous
fait aimer et désirer l'Eucharistie, et l'Eucharistie
vous fait accueillir la Croix au début, l'aimer ensuite
et, finalement, la désirer. La Croix purifie l'âme, la
dispose, la prépare au banquet divin, et
l'Eucharistie la nourrit, la fortifie, l'aide à porter sa
Croix, la soutient sur le chemin du Calvaire, quels
dons précieux sont la Croix et l'Eucharistie ! Ce
sont les dons des vrais amis de Dieu."
Saint
Alphonse nous offre un exemple édifiant de fidélité
généreuse à nos exercices de piété et de résignation
non moins parfaite à l'approbation divine. La maladie
l'avait confiné dans sa pauvre cellule et ses
transports extatiques devant le Saint Sacrement
devenaient si fréquents qu'ils attiraient l'attention
générale ... Enfin, Villani devait lui interdire de
descendre à l'église. Le saint obéit; mais combien cela
lui a coûté de ne pas aller prier aux pieds de Jésus,
son seul amour en ce monde! ... Fréquemment,
oubliant l'interdiction, il grimpa dans les escaliers,
attiré par une force irrésistible. Il essaya en vain de
descendre et se retira en larmes dans sa cellule, ou
il fut représenté par l'interdiction de Villani, et tous
confus dirent : "C'est vrai, mon Jésus ; il vaut mieux
s'éloigner de Vous pour obéir que demeurer à vos
pieds, en désobéissant.''
Il souffrait encore plus parce
qu'il ne pouvait pas célébrer le Saint Sacrifice et, se
souvenant des joies célestes qu'il y avait tant de fois
goûtées, il se mit à pleurer. Puis il s'est consolé en
offrant au Seigneur cet acte de résignation : "Ô Jésus,
vous ne voulez pas que je célèbre la messe, fiat, que
votre adorable volonté soit faite."

A SUIVRE...

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Message  Monique Sam 27 Avr 2019, 10:45 am

8. LES DÉFAILLANCES ET LES DÉFAUTS

Article 1 - Défaillances dans les œuvres de zèle

Parlons tout d'abord de "certains biens moraux ou
spirituel, tel que l'exercice d'une fonction de zèle,
les directions d'une œuvre de charité",
toutes nos
entreprises extérieures pour la gloire de Dieu.

Il est possible que la Providence ne les exige pas de
nous ; et dans un tel cas, dit le Père Dosda, "le
véritable amour de Dieu nous oblige ou nous conseille
de sacrifier ces biens secondaires au bien suprême,
qui est la volonté de Dieu. À ce stade, les gens qui
sont par ailleurs excellentes rencontrent parfois un
obstacle dangereux; c'est-à-dire,
un obstacle, qui
confondent l'amour de Dieu avec l'amour du bien, qui
sont deux choses très différentes. Il y a des
circonstances où il est nécessaire d'abandonner le bien
que Dieu n'exige pas de nous, afin de nous unir à Dieu
seul et de nous abandonner complètement à la divine
Providence.''


Quand il nous emploie dans ces œuvres, il est
nécessaire de ne pas chercher en elles, mais en Dieu et
avec ces vues surnaturelles.


Chercher le bien, poursuit l'auteur lui-même, n'est pas
une véritable charité quand on veut le bien avec de
mauvaises intentions, ni même quand on veut le bien
pour le bien. La charité divine veut sans aucun doute le
bien, mais elle le veut pour l'amour de Dieu.
Combien
de découragements, combien d'envie, combien de petites
choses chez les hommes moins amis de Notre-Seigneur
que de bien ! Leurs efforts pour le bien échouent souvent
et cela les laisse perplexes. Ils voient d'autres qui
partagent leurs travaux et les envient et les consomment
au point que, pour réussir dans leurs entreprises, ils n'ont
pas peur de discréditer ou de s'opposer à d'autres
travailleurs dans la même grande œuvre, celle de la
Rédemption. Ils s'aiment eux-mêmes et préfèrent le bien
humain au bien divin ; ils semblent aller vers Jésus-Christ,
et ils ne font qu'habilement, et souvent inconsciemment,
pour revenir à eux-mêmes, ignorant la différence entre un
homme de bien et un homme de Dieu.
Combien
d'œuvres brillantes en apparence sont en fait stériles,
parce que l'amour de soi plutôt que l'amour divin avait
précédé leur formation et leur direction !"


Non contents de veiller à la pureté de l'intention dans toutes
nos entreprises, nous devons nous en tenir fermement au
devoir, c'est-à-dire à la seule volonté de Dieu, et devenir
indifférents en vertu du succès ou de l'échec.
En effet, d'une
part, nous croyons prudemment que Dieu exige de nous ces
œuvres pour le moment, et d'autre part, nous ne
connaissons jamais ses intentions futures ; "souvent, et
pour exercer cette sainte indifférence (dans les choses de son
service), il nous inspire des projets très élevés dans lesquels,
cependant, il ne veut pas que le succès soit au rendez-vous".

Cela semble être un jeu de la Providence, mais c'est un jeu
très lucratif, dans lequel on gagne en perdant, parce que
Dieu y a réservé en même temps le bénéfice des désirs
pieux de travail consciencieux et de preuves bien acceptées.

Au contraire, le succès aurait pu nous faire perdre l'humilité,
le détachement et même d'autres vertus.
C'est
supposé, "loin d'abandonner les choses à la merci des
événements, il ne faut rien oublier de ce qui est nécessaire
pour mener à un heureux succès les entreprises que Dieu met
entre nos mains ; à condition, cependant, que, si le résultat
est contraire, nous le recevions paisiblement et calmement,
parce qu'il nous est commandé de prendre grand soin des
choses qui regardent à la gloire de Dieu et qui nous ont été
confiées,
mais nous ne sommes ni obligés, ni chargés du
résultat car il est hors de notre portée.
C'est pourquoi il
est nécessaire que nous commencions et poursuivions le travail
aussi longtemps que nous le pouvons, avec audace, courage et
constance ;
et de la même manière il faut se conformer
avec douceur et sérénité au résultat, comme Dieu est servi pour
le disposer à nous".

A SUIVRE...

* Note de Javier : Voici l'admirable secret de la sainteté, chers frères ! Nous devons toujours travailler pour l'amour de Dieu et pour sa gloire, mais nous ne devons pas nous fâcher ou perdre courage avec le résultat de notre travail, car seul le Bon Dieu correspond à cette dernière étape. Nous sommes Ses ouvriers, Ses serviteurs inutiles, indignes de travailler dans Sa vigne, alors soyons très reconnaissants pour Sa confiance et travaillons avec ardeur et sérénité en même temps. Si nous le faisons, notre conscience n'aura rien à nous reprocher au Jour du Jugement.

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Message  Monique Dim 28 Avr 2019, 8:57 am

Notre Père Saint Bernard n'avait prêché la seconde
Croisade que sur ordre du Pape, confirmant sa
parole par d'innombrables miracles, et bien d'autres
merveilles témoignèrent plus tard que le Saint avait
réellement exécuté la volonté divine. Et pourtant
l'expédition fut très malheureuse : une tempête de
récriminations s'éleva contre le saint prédicateur qui
ne pouvait manquer de l'affecter. Le vénérable Jean
de Casamari écrivit pour le consoler : "Si les croisés
s'étaient conduits en vrais chrétiens, le Seigneur
aurait été avec eux. Ils sont tombés dans le vice et
leur malice a été exaucé par leur clémence, car il n'a
pas répandu sur eux tant d'affliction, mais pour les
purifier et les conduire au Ciel. Beaucoup sont morts
en avouant qu'ils étaient heureux de quitter la vie,
de peur qu'en retournant dans leur pays, ils ne
retournent aussi au péché. Quant à vous, le Seigneur
vous a accordé la grâce de la parole et de l'action en
cette matière, parce qu'il connaissait tous les fruits
qu'il en tiendrait. Si donc l'entreprise avait échoué
devant les hommes, elle avait réussi selon les desseins
de Dieu ; l'Église d'Orient n'en était pas épargnée,
mais l'Église du Ciel était peuplée. Le Saint au milieu
de sa douleur, il adorait les desseins de Dieu, il a
donné un bon à l'humiliation et a dit :''
"Si elle
doit être murmurée, je la préfère contre moi, pas
contre Dieu, et je me considérerai donc volontiers
comme un bouclier pour Lui.
Je reçois volontiers
les flèches aiguës des maudits et les fléchettes
empoisonnées des blasphémateurs, à condition
qu'elles ne Lui parviennent pas ; et à ma gloire je
vends parce que Sa gloire est respectée !''


Citons aussi Saint François de Sales dans les
exemples suivants : "Saint Louis, par inspiration
divine, passe par la mer pour conquérir la Terre
Sainte ; l'événement lui était contraire, et il
vénère et respecte avec douceur la volonté divine :
j'apprécie la douceur de cette conformité plus que
la magnanimité du projet. Saint François va en
Égypte pour y convertir les infidèles ou pour
mourir en martyr parmi eux, car telle était la
volonté de Dieu ; et pourtant il revient sans
obtenir ni l'un ni l'autre en vertu de cette même
volonté. C'était aussi la volonté de Dieu que
Saint Antoine de Padoue désirait le martyre et ne
l'ait pas obtenu. Saint Ignace de Loyola, après
avoir édifié la Compagnie de Jésus avec tant
d'œuvres, dont il a vu tant de beaux fruits et les
a prévus pour l'avenir, a cependant eu le courage
de promettre que, s'il les voyait disparaître, ce
qui serait le plus grand mécontentement qu'il
pourrait recevoir, après une demi-heure il aurait
été résolu et conforme à la volonté de Dieu."

Beaucoup d'autres pourraient être cités et de
Saint François de Sales lui-même. Quand son
Institut de la Visitation était sur le point d'être
anéanti dans sa naissance même à cause d'une
grande maladie de Sainte Jeanne de Chantal, qui
avait été sa première pierre, il a dit : "C'est bien !
Dieu se contentera du sacrifice de notre volonté,
comme Il l'a fait avec Abraham. Le Seigneur nous
avait donné de grandes espérances, et le Seigneur
nous les enlève, béni soit son saint nom :
"Je
m'imagine toujours dans notre Congrégation",
écrivait Saint Alphonse, comme un navire en haute
mer aux prises avec des vents contraires. Si Dieu
veut l'enterrer au milieu de tout cela au fond des
abîmes, je dis maintenant, et je répéterai toujours :
Béni soit son saint nom !''

A SUIVRE...

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Message  Monique Lun 29 Avr 2019, 9:22 am

Et le pieux évêque de Genève ajoute : "Quelle joie !
ils sont de telles âmes, audacieuses et fortes dans
les entreprises que Dieu les inspire, dociles et prêts à
les abandonner quand Il en dispose ainsi ! Ce sont
des signes d'une indifférence très parfaite, de cesser
de faire le bien quand il plaît à Dieu, et de devenir à
mi-chemin quand la volonté de Dieu, qui est notre
guide, le commande.''
Combien il glorifie Dieu et
nous enrichit d'un tel abandon !
Au contraire, quel peu
de surnaturel est montré qui se laisse alors dominer
par l'agitation, le déplaisir, le découragement !
"Jonas
a montré une grande déraison de pleurer parce que,
après avoir annoncé le châtiment du ciel, Dieu n'a pas
accompli sa prophétie sur Ninive, mais il a mélangé
son propre intérêt et sa propre volonté avec celle de
Dieu
;C'est pourquoi, voyant que Dieu n'avait pas
exécuté sa prédiction selon la rigueur des paroles qu'il
avait utilisées pour annoncer le châtiment, il se
plaignait et murmurait avec indignation. Mais s'il avait
eu pour seul motif de ses actes la bénédiction de la
volonté divine, il aurait été si heureux de la voir
accomplie dans le pardon du châtiment que Ninive avait
mérité, que de le voir satisfait dans le châtiment de la
faute que la ville avait commise.''


"Nous voulons que ce que nous entreprenons et essayons
de faire ait un résultat heureux,
mais il n'est pas
raisonnable pour Dieu de faire toutes choses à notre goût.
''


S'il arrive que l'échec soit motivé par notre faute, par
exemple, un manque de zèle ou de prudence,
Pouvons-nous, même dans ce cas, dire qu'il est
nécessaire de se conformer à la volonté de Dieu ?
Certainement, puisque Dieu réprimande la faute, mais
veut la punition.
"Dieu n'était pas la cause du péché de
David, mais Il lui a infligé le châtiment dû pour son
péché. Ce n'était pas la cause du péché de Saül ; mais
c'était la cause de son échec à gagner dans le châtiment.
Quand, par conséquent, il arrive que les saints desseins
ne réussissent pas à punir nos fautes, il est également
nécessaire de détester la faute par un repentir sincère et
d'accepter la peine que nous en ressentons,
car comme
le péché est contre la volonté de Dieu, ainsi la peine est
conforme à Sa volonté.


En un mot, toutes nos entreprises pour la gloire de Dieu
revendiquent leur action et la nôtre.
"C'est à nous de
planter et d'arroser, mais dis-nous que c'est Dieu qui
donne la croissance."
Nous devons donc faire ce qui
dépend de nous et mettre le succès entre les mains de la
Providence.

A SUIVRE...

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Message  Monique Mar 30 Avr 2019, 11:51 am

Article 2º.- Défaut de notre propre sanctification

Il en va de même pour notre propre sanctification.-
Le progrès dans les vertus et la correction de nos défauts
exigent à la fois l'action divine et notre coopération.

 La grâce est promise à la prière et à la fidélité, bien que
le Seigneur continue d'être juge et maître de ses dons,
pas moins que du temps et d'autres circonstances.


Rien ne nous est plus cher que notre sanctification, mais
encore plus l'estime de Notre Père céleste.
Dans la
mesure où cela dépend de nous, ayons de grands désirs,
élevons haut nos aspirations.
Désirons donc, prions,
travaillons avec constance et méthode, et si encore
nécessaire, réanimons notre ardeur, et ne laissons jamais
languir cette sainte vigilance, mais mettons le succès
entre les mains de notre Père céleste,
en d'autres
termes, la mesure, le temps, la forme et les autres
circonstances de ce bon résultat, de sorte que l'anxiété,
la hâte et toutes les procédures défectueuses
disparaissent dans l'atteinte de notre but.


En ce qui concerne le progrès de nos vertus, ''faisons
tout ce que nous pouvons, dit Saint François de Sales,
pour réussir dans notre sainte entreprise que, après
avoir planté et arrosé..., nous devons attendre de la
Divine Providence l'abondance de fruits et de moissons.
Et si nous ne sentons pas le progrès et l'exploitation
de nos âmes dans la vie pieuse comme nous le
voudrions, ne soyons pas dérangés par elle ; restons
d'abord en paix en faisant régner toujours la paix
dans nos cœurs.
On ne reproche jamais au cultivateur
de ne pas avoir obtenu une bonne récolte,
mais on lui
reproche de ne pas avoir bien travaillé et semé sa terre.

Ne nous préoccupons donc pas de nous voir toujours
novices dans l'exercice des vertus, parce que dans le
couvent de la vie pieuse tous sont toujours considérés
comme novices, et toute la vie est là destinée à la
probation, il n'y a pas d'autre signe d'être non
seulement novice, mais aussi digne d'expulsion et de
réprobation, que de se considérer comme profès... et
l'obligation de servir Dieu et de progresser dans son
amour dure toujours jusqu'à sa mort".

A SUIVRE...

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Message  Monique Mer 01 Mai 2019, 8:22 am

Notre pieux Docteur met en garde Sainte Jeanne de
Chantal contre "certains désirs qui tyrannisent le
cœur". Ils ne voudraient rien opposer à leurs desseins,
que nous n'ayons pas d'obscurité, mais que tout brille
de lumière méridienne ; ils ne voudraient que de la
douceur dans nos exercices, sans mécontentement,
sans résistance, sans digressions, ils ne sont pas
satisfaits du fait que nous ne consentons pas, mais ils
voudraient que nous ne les ressentions même pas... ".

Et ce réalisateur prudent souhaite à sa sainte fille
"un esprit viril et pas du tout capricieux, qui ne se
soucie ni de la douceur ni de l'amertume, ni de la
lumière ni des ténèbres, qui marche résolument dans
l'amour essentiel, fort et sincère de notre Dieu et
laisse courir ces fantômes de tentations ici et là.''


D'autre part, cet échec sera plus apparent que réel,
et il y aura même des progrès constants, quoique
peut-être par inadvertance, dans ce domaine, à
condition que nous fassions ce qui dépend de nous,
c'est-à-dire que nous demeurions dans le désir
d'avancer, et ce désir est affirmé par des efforts
sérieux. Notre Père Saint Bernard nous donne cette
assurance consolante en nous disant : " le désir
infatigable d'avancer et l'effort continu vers la
perfection sont considérés comme la perfection elle-
même ".
Gardez à l'esprit que le Saint
parle ici d'effort et non de sentiment.
Tant que la
volonté reste ferme dans son devoir, les répugnances
ne signifient rien ; aussi le grand Apôtre a connu
l'opposition du vieil homme, mais il l'a oubliée.
Le
sentiment n'est pas le critère le plus juste ; car, étant
des vertus d'ordre spirituel, on peut les posséder sans
les ressentir, et c'est sur leurs fruits que nous devons
les juger.
Une personne est inondée de consolation
et déborde d'effusions de tendresse, mais manque de
générosité et ne sait pas comment accepter les
épreuves, ce qui indique qu'elle a un amour d'enfant.
Une autre est aride comme le désert, mais reste ferme
dans son devoir, heureuse d'avoir une croix à porter,
souriante en cas de réprimande ou d'opposition,

son amour n'est-il pas cent fois plus fort et plus vrai ?
Sainte Jeanne de Chantal pleurait de larmes, croyant
qu'elle n'avait plus ni foi, ni espérance, ni charité, et
Saint François de Sales la consola dit: ''C'est une véritable
insensibilité qui ne fait que vous priver de la
jouissance de toutes les vertus ; néanmoins, vous les
avez en très bon état, mais c'est Dieu qui ne veut pas
que vous les appréciiez.''


Enfin, notons qu'avec grâce et bonne volonté, le temps
est aussi nécessaire. Bienheureux les saints qui, en
travaillant avec zèle, sans trêve ni repos, accumulent
une somme énorme de vertus et de mérites,
heureux
sommes-nous aussi, mais dans une moindre mesure. Si
nous n'avons pas été en mesure de travailler autant,
nous avons été en mesure de ne produire qu'un quart
ou la moitié, à condition que nous ne nous sommes pas
trop éloignés de nos modèles !
A la pensée doit
constamment stimuler notre activité et que le salaire
sera donné proportionnellement au travail,
et que le
Divin Maître examine à la fois la quantité et la qualité.

A SUIVRE...

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Message  Monique Ven 03 Mai 2019, 10:04 am

Pour ce qui est de nos passions et de nos nous devons
maintenir la même attitude de combat acharné et
d'abandon pacifique.

Ces rébellions, dit Saint François de Sales, d'appétit
sensible, tant dans la colère que dans la concupiscence,
ont été pratiquées en résistant à la force spirituelle.

C'est le Philistin contre lequel les vrais Israélites doivent
lutter sans cesse, sans jamais pouvoir le renverser
complètement ; ils peuvent, si tel est le cas, l'affaiblir,
mais ils ne le détruiront pas. Il vit constamment en nous
et meurt avec nous, et il est en effet exécrable, dans la
mesure où il est né du péché et y tend continuellement...

Mais ne nous laissons pas troubler par cela ;
parce que notre perfection consiste à les combattre, et
mal nous pourrions les combattre sans les avoir, ni les
vaincre sans les trouver. Notre victoire n'est donc pas de
ne pas les ressentir, mais de ne pas y consentir.
De plus,
il convient que, pour exercer notre humilité, nous soyons
parfois blessés dans cette bataille spirituelle ; et pourtant
nous ne sommes pas considérés comme vaincus, mais
quand nous avons perdu notre vie ou notre courage.


Il est donc nécessaire que nous nous décidions à combattre
avec patience et persévérance,
mais dans le calme et la paix.
Y Ainsi, une fois que nous aurons fait ce qui est de notre côté,
alors nous aurons accompli tout notre devoir, laissant tout le
reste à la merci de la Divine Providence.
 Mais face à la
persistance et à l'obstination de ces luttes qui se renouvellent
chaque jour sans fin, "la pauvre âme est troublée, affligée,
agitée, et pense qu'il est bon de pleurer, comme si c'était
l'amour de Dieu qui l'excitait à la tristesse. Cependant,
Théotimo, ce n'est pas l'amour divin qui produit ce désarroi,
car on ne pleure ni ne désespère, mais pour le péché ;

c'est notre amour-propre qui nous libère du travail que nous
causent les assauts de nos passions ; l'inconfort de résister
est ce qui nous trouble
, "
à moins que ce ne soit l'humiliation
de vivre la honte d'être tenté.

Mais, malgré tout, certains diront, si je sais que mes fautes
multipliées ont été un obstacle à ma progression dans les
vertus, et que ce retard dans la correction de mes fautes
vient de ma négligence, comment ne pas m'en faire ?
Implorons le pardon de Dieu, détestons l'offense et acceptons
humblement la douleur et l'humiliation qui suivent et sans
perdre du temps;
du courage et de la paix dans des
lamentations stériles, travaillons avec diligence pour faire de
plus grands progrès à l'avenir.
Mais restons calmes, car
la détresse est un nouveau mal et aucun remède, et le
découragement serait le pire des châtiments. D'autre part,
nos propres fautes, tant que nous nous levons et repartons
en évitant les scrupules et l'agitation, n'arrêtent pas la
marche en avant, mais au contraire, elles nous enseignent,
selon l'expression de Saint Grégoire, cette perfection peu
commune qui consiste à reconnaître que nous ne sommes
pas parfaits. Ils sont le voile sous lequel Dieu cache ses
vertus aux âmes pour prévenir l'autosatisfaction et parfois
leur enlever la complaisance l'occasion de se renouveler dans
une humble vigilance et de faire le plein d'énergie. Ils sont,
en somme, une leçon que nous pouvons apprendre d'eux un
dard qui nous fait hâter le pas et même sont utiles à ceux qui
savent s'en servir.

A SUIVRE...

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Bienheureuse sagesse divine du grand SAINT FRANÇOIS DE SALES, qui nourrit notre esprit et nous fortifie dans les épreuves.

SAINT FRANÇOIS DE SALES, PRIEZ POUR NOUS !
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Message  Monique Sam 04 Mai 2019, 7:56 am

Article 3º - Le défaut de traiter avec les âmes


De même, dans l'exercice du zèle pour les âmes,
nous devons faire ce qui dépend ardemment de
Nous prudente et soutenue, mais dans un
abandon pacifique. Dieu, en effet, demande le
devoir, mais n'exige pas le succès.


Tout d'abord, il faut aimer les âmes en Dieu.
Comme le feu de l'amour saint augmente dans
nos cœurs, il doit produire la flamme du zèle, et
d'un zèle vraiment catholique, aussi vaste que
le monde.


Certaines âmes nous seront particulièrement
chères, soit parce qu'elles sont à notre charge,
soit à cause d'autres titres particuliers.
C'est à la
lumière de l'éternité qu'il conviendra de les
considérer tous ; le Souverain Juge nous en
demandera le récit, l'enfer les attend et le ciel ne
s'ouvrira peut-être pas à beaucoup mais à nous ;

nous devons donc faire un don total et complet
des âmes à Dieu et de Dieu aux âmes.
Le Père a
sacrifié son Fils unique, seul objet de ses
indulgences, pour que le monde ne périsse pas et
ait la vie éternelle.
Notre-Seigneur s'immolait sur
la Croix, il s'offrait à chaque instant sur nos autels,
il nourrissait l'âme de Dieu. Il leur donne l'Église,
le sacerdoce, les sacrements, et il les prodigue de
grâces intérieures et extérieures.
Par son Esprit-
Saint, il illumine et attire, réduit, et entoure,
conquiert, soutient et persécute, ramène et
pardonne, en un mot, il nous aime malgré nos
misères et presque sans mesure,
un bel exemple qui
a profondément touché les saints et va troubler
nos ténèbres !
Quel que soit notre zèle, peut-il être
comparé à celui de Dieu ?


A SUIVRE...


*Note de Javier : Aujourd'hui, nous n'avons plus recours aux sacrements, et l'Église est éclipsée, dans le sépulcre, dans l'attente, comme Notre-Seigneur Jésus-Christ, de la glorieuse Résurrection. C'est pourquoi, aujourd'hui plus que jamais, nous sommes obligés de former solidement notre piété et notre spiritualité par une lecture spirituelle assidue, et notre prière et notre méditation des vérités éternelles doivent être toujours plus sincères et profondes. La connaissance et la dévotion à l'Esprit-Saint nous seront très utiles en ces temps récents où nous nous trouvons, parce que nous vivons et conservons les vertus théologales par la pure miséricorde de Dieu. Soyons de plus en plus spirituels et moins mondains, hommes et femmes, grandissant chaque jour un peu plus dans la Foi, l'Espérance, et surtout dans la Charité qui peut tout faire. Et ne désespérons jamais et ne doutons jamais de l'amour de Dieu, car il est grand et puissant, et nos âmes sont toujours en Sa sainte présence.

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